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01 mayo,2024

En Confesiones de un Alcohólico

  • El alcohol me dio valor para hacer muchas cosas que no me atrevía
  • Por Esteban Durán Acosta

 

Clase Turista

 

En esta ocasión, amigos lectores, Enrique, originario del norte de Sinaloa, nos comparte su experiencia con el alcohol y nos platica que el primer contacto que tuvo con la bebida fue en la adolescencia: “estudiaba en la secundaria, era muy tímido y para animarme a invitar a bailar alguna muchacha, para darme valor, decidí beber mi primer copa de alcohol, ese fue mi primer contacto”, señala.

Enrique nos comenta que descubrió que el alcohol lo desinhibía y que lo animaba a sacar a las muchachitas, estudiantes de su misma edad, en la escuela. “Posteriormente, con más facilidad tuve contacto con el alcohol, tomaba para animarme y perder el miedo”, agregó.

Nuestro entrevistado nos dice que se dio cuenta que con el alcohol se sentía totalmente diferente a lo que en realidad era sin beber: “pues no sentía que alguien me estuviera viendo, que me miraran, no me daba vergüenza, me sentía influenciado por el alcohol, no sentía ningún temor de nada”, manifestó.

“Y de ahí en adelante fue cada semana, cada 15 días tuve contacto con el alcohol, lo veía muy natural, muy normal, lo tenía al alcance de mis manos, en todas partes hay, la venden, todas las personas lo invitan a uno, inmediatamente tenía contacto con la bebida”.

Con pesar, expresó que su adicción a la bebida afectó sus estudios: “tenía planes de estudiar una carrera, estudiar para ayudar a mi familia, sobre todo a mis papás, darles una mejor calidad de vida”.

Agregó que por ser de clase baja, había carencias y necesidades viviendo con sus papás, es por ello que tenía esa mentalidad de estudiar una carrera y posteriormente ayudarles; lamentablemente el alcohol lo atrapó he hizo cambiar de planes, abandonó sus estudios hasta la preparatoria; ya todo le daba igual, el alcohol cambió su mentalidad.

Al cuestionarle si sus padres se daban cuenta sobre su problema con el alcohol, manifestó que era difícil que no supieran; no podía ocultarlo: “de hecho en la primera borrachera, cuando llegué a casa, empecé a devolver el estómago, todo me daba vueltas, acostado me mareaba y tuve que salir corriendo para que no se dieran cuenta, pero una persona que bebe el aliento lo delata fácilmente”.

Y aunque sus padres le aconsejaban que no bebiera, en ese momento, no les hacía caso, no les escuchaba y continuaba bebiendo.

Consciente de lo que le sucedía, nos expresó que muchas veces, antes de llegar a Alcohólicos Anónimos, buscaba controlar su manera de beber y no regarla, no cometer errores, ni tener problemas y evitar la terrible “cruda” al día siguiente, pues se sentía mal física y moralmente.

Nos manifestó que buscaba apoyo en alguna asociación, apoyo en otros lugares, se acercaba a las iglesias a pedirle a Dios que le ayudara a dejar de tomar, pero no ponía nada de su parte para dejar la bebida; llegaba el fin de semana: viernes, sábado y domingo que los dedicaba a ingerir alcohol.

Afortunadamente, nos dijo, un buen día llegó a un grupo de Alcohólicos Anónimos y hubo personas que le regalaron su experiencia: “experiencia que se parecía a la mía, sólo con diferente nombre, con diferente persona, porque los que bebemos casi siempre sufrimos las mismas consecuencias del alcohol y me dijeron que Alcohólicos Anónimos les han apoyado, les han ayudado a dejar de beber”, señaló con gran alivio.

“Si tu gustas y crees que tienes problemas con tu manera de beber, aquí estamos y gracias a Dios aquí seguimos todavía”, manifestó nuestro entrevistado.

Desde entonces, fue un cambio radical para él y da gracias a Dios de haber llegado a noviembre, diciembre, Navidad y Año Nuevo; esas fiestas de amor que se avecinan y que al haber admitido su alcoholismo y darse cuenta de su impotencia ante éste, además de las pláticas que ahí daban, se dio cuenta que la bebida le ocasionaba problemas.

Citando a una doctora, Enrique nos dijo textualmente: “un alcohólico es aquella persona al que la bebida le causa un problema en cualquier aspecto de su vida”, fue entonces cuando llegó al grupo y entendió que tenía problemas con su manera de beber: “entonces admití mi derrota ante el alcohol y me dije que con el alcohol no tenía nada absolutamente, nada que hacer”.

Con gran orgullo señaló que sintió una satisfacción muy hermosa esa primera Navidad, ese 24 de diciembre de 1992 y que gracias a Dios, se la pasó en su sano juicio, sin beber, sin andar procurando marcas, ni cantidades, sin preocuparse de nada.

Y muy contentó agregó: “Ahora era avocarme a que no faltara nada en la cena, disfrutar del convivo familiar, ya para mí no era prioritario la bebida y la verdad me pasé una Navidad y un Año Nuevo 1992 hermoso, en compañía de toda la familia”.

Finalmente, Enrique invitó a los lectores, a quienes beban con exceso, a que asistan a un grupo de Alcohólicos Anónimos, sobre todo quien piense y crea que la bebida le está ocasionando problemas en lo laboral, en lo familiar, en su matrimonio, en lo económico, en lo físico y lo social.

“Quien crea que la bebida le está ocasionando problemas, yo los invito a que visiten un grupo de Alcohólicos Anónimos, donde quiera que nos lean, asistan y que se enteren, se informen cómo funciona AA; qué hace, qué no hace, es muy hermoso”, señaló.

Finalmente, Enrique manifestó que tenía un pleno desconocimiento de AA y se dio cuenta  cuando llegó a uno de estos grupos, que no hay jefes, lo que le gustó mucho, no hay quién dé órdenes, quien castigue, quien expulse, no hay una lista, no hay cuotas, ni honorarios que pagar, no cobran, no hay requisitos que llevar, el único requisito es que la persona que llega a AA, desee dejar de beber.

Invitó a todas las personas que deseen asistir a un grupo de Alcohólicos Anónimos que no lo piensen, que lo hagan.

 

Alcohólicos Anónimos, Sección México, ofrece una Alternativa de Solución para quien sufre la enfermedad del alcoholismo.

Servicios totalmente gratuitos

Teléfonos: 8005613368/ 5557055802

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