- Narcoterrorismo puro
- Por Armando Rojas Arévalo
Clase Turista
CARLOS: Una amiga fue con unos parientes y amigos suyos al viaje del tren conocido como “El Chepe” por las Barrancas del Cobre y le tocó regresar a Los Mochis para abordar el avión de regreso a la Ciudad de México, justamente el día en que OVIDIO fue detenido. Estuvieron encerrados en un hotel durante dos días sin alimentos, hasta hoy que el establecimiento sirvió un bufet para todos los huéspedes, mientras les avisaban la reapertura del aeropuerto.
Fue, como los medios han calificado, un “jueves negro” en el que esa ciudad (Los Mochis), Culiacán, Mazatlán y otras más de Sinaloa los bloqueos de carreteras y la quema de vehículos, los balazos, el vandalismo y el saqueo en tiendas de autoservicio y supermercados aterrorizaron a todo el mundo. La gente se refugió en sus casas y las calles se veían desiertas.
Fue la expresión pura del narcoterrorismo, provocado por la detención de un capo joven. Muy diferente a lo que ocurrió cuando detuvieron a los capos originales, como al propio padre de OVIDIO, El Chapo” Guzmán, o a FELIX GALLARDO, CARO QUINTERO o DON NETO.
A estos los agarraron y no hubo rebelión de criminales en represalia a los operativos.
El saldo de la cruenta jornada del jueves pasado fue de 29 muertos, de los cuales diez pertenecían a las Fuerzas Armadas mexicanas y 19 a los grupos criminales que generaron los disturbios violentos. Treinta y cinco lesionados.
Estamos tratando ahora con una nueva versión de capitanes del narco protagonizada por jóvenes. Se trata de una nueva generación de delincuentes que en su impulsividad no se miden, que desafían a la fuerza pública porque están mejor armados que ella y están dispuestos a causar todo el daño posible. Su violencia es aterradora. El atentado al avión de Aeroméxico repleto de pasajeros, que iba a despegar del aeropuerto de Culiacán, muestra que su agresividad no reconoce límites.
El informe oficial dice que a los criminales les decomisaron cuatro fusiles Barret calibre .50 (derriba helicópteros); seis ametralladoras calibre .50 y 7.62; además, 26 armas largas, dos armas cortas, 111 cargadores abastecidos con cartuchos de diferentes calibres; 595 cartuchos de diferentes calibres; dos chalecos antibalas, 26 carros blindados.
Los nuevos líderes del crimen organizado –como los del Cartel Jalisco Nueva Generación o las bandas de Michoacán- representan un gran peligro para la sociedad en general y para el propio Estado, al que, lo estamos viviendo, ponen en jaque y hasta se dan el lujo de imponerle ultimátum.
Lo vimos días antes de la captura de OVIDIO, en el asalto a la cárcel de Ciudad Juárez, donde hombres armados mataron a 10 custodios y 7 reclusos para liberar a 30 delincuentes que ahí estaban presos, entre ellos el líder de la agrupación criminal conocida como “Los Mexicles”, célula del Cártel del Pacífico, ERNESTO PIÑÓN DE LA CRUZ alias «El Neto», joven de 33 años con una larga y sanguinaria carrera delictiva. El sujeto fue abatido la madrugada del día 5.
OVIDIO debió haber sido detenido desde hace tres años, cuando por orden presidencial aquel operativo fue abortado “para evitar una masacre”. Se le dejó crecer, aumentar sus legiones y reforzar su arsenal.
El Estado está obligado a imponer la tranquilidad social. Ya no debe tolerar ni el narcoterrorismo, ni ultimátum ni que lo pongan en jaque. Es la exigencia que han empezado a expresar algunos sectores. “Exigimos no renunciar al uso legítimo de la fuerza para defender al ciudadano y al Estado Mexicano. Los mexicanos queremos vivir en paz”, aseguró hoy la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex).
La detención de OVIDIO ocurre a unos días de la llegada de BIDEN y TRUDEAU. Hay quienes interpretan el operativo como un “regalo” o una muestra de buena voluntad del gobierno mexicano al presidente estadounidense, en virtud de que el joven capo ha sido reclamado por el vecino país. Y hay quienes sin medirse en su humor negro, interpretan el hecho como un favor para imponer la condición de que el avión Air Force One aterrice en el “Felipe Ángeles”.
Como sea, OVIDIO ya está en la cárcel, pero BIDEN se quedará por el momento con las ganas de que se lo lleven a una cárcel de Estados Unidos, porque un juez –claro, mexicano- suspendió la extradición.
Curioso: El gobierno de los Estados Unidos también pidió a CARO QUINTERO y otro juez negó la extradición.
La pregunta es para qué los queremos aquí, si allá los reclaman. ¿Temor de que allá “suelten la sopa”?
Espero equivocarme, pero no es remoto que otros operativos en contra de las bandas criminales el escenario terrorista ser repita.
Se les ha dejado crecer y ahí están las consecuencias.