- Dicen, que ya no te quieren
- Por Moisés Sánchez Limón
Clase Turista
Usted disculpe, licenciado presidente. Usted disculpe por ser pública la realidad que indigna y abofetea al sentido común.
Ya no lo quieren.
Y no, no, las mentadas de madre no son en contra de la investidura presidencial, son contra el ciudadano que fue investido con ese alto cargo pero que en cinco años le ha faltado al respeto salpicándole desprestigio.
Y…
Si fue Quadratín Guerrero si fue Tv Azteca si fue, así de corridito, Televisa o cualquiera de la prensa que llama corrupta porque publica declaraciones de damnificados y difunde imágenes del Acapulco desmadrado por la fuerza desbordada de la naturaleza y cita un número mayor al oficial de muertos y desaparecidos, se asume perseguido, insultado…
Pero…
No todo está perdido. ¡Faltaba más!
Y el ¿periodista? Julio Omar Gómez, quien se identificó en gerundio representante de lo que llamó “Informando la Transformación, denunciando la corrupción”, que le declara, seguro en busca del amor perdido:
“Presidente, ya, por último, lo extrañamos aquí en el Salón Tesorería; preguntarle cómo le fue en la gira y a qué acuerdos llegó”
El licenciado estuvo de gira por Baja California y Sinaloa, en la homilía del miércoles 15 de noviembre de 2023 agradeció el detalle y se instaló, ¡elemental!, como personaje central del capítulo de media semana de la gustada telenovela “La mañanera, o lo que es lo mismo…”
–Muchas gracias a todas, a todos, por las felicitaciones que recibí con motivo de mi cumpleaños. Ya se sabe, cumplí 70 el lunes 13. Y así, para que no les guste a mis adversarios, que no se deben de enojar, nadie se tiene que enojar, pero estoy muy orgulloso– declaró Andrés Manuel de la Selva.
¡Caray! Miércoles para socavar credibilidad a la prensa. Sí, inicio de la temporada electoral y de zopilotes azuzados desde Palacio, maiceados con recursos públicos para madrear a medios de comunicación como Quadratín y plataformas de redes sociales que no queman incienso a la 4T.
Porque Su Alteza Serenísima presume haber descubierto el hilo negro cuando denuncia que las empresas periodísticas, sus dueños, hacen y hacían negocios y por eso están molestos, porque perdieron canonjías, jugosos contratos.
¡Recórcholis, don Pancho Zarco!
¿Qué empresa no hace negocios?
“Entonces –invoca el licenciado López Obrador– hay que tenerle respeto, confianza y amor al pueblo”.
Y se va de frente contra quienes no están físicamente presentes, en ese ejercicio de golpear y desprestigiar e insultar impunemente. Es miércoles 15 de noviembre y el preclaro y patriota presidente se despacha con la cuchara grande, tallada en madera de impunidad:
“El problema que tienen estos conservadores fachos es que no aceptan a la gente, son muy elitistas, son de sus círculos de amigos, de quienes piensan como ellos, pero no conviven con campesinos, con obreros, ni siquiera con sus trabajadores, trabajadoras domésticas (…).
“Y como querían más muertos en Acapulco y no hubo, afortunadamente, por suerte, por protección divina, por lo que sea, más muertos, ‘pues vamos a inventar que sí hubo, nada más que los están ocultando’. Muy lamentable, ramplón”.
En serio, en serio, señoras, señores, no se molesten ni digan palabrotas al Duce porque, así como tiene otros datos, los muertos que cuentan los porteños no son los que a él reportan las adolescentes que juegan a ser gobernadora y secretaria de Gobernación.
Sí, sí, son los malos, canijos periodistas que hasta graban y transmiten mentadas de madre con florido lenguaje de Caleta o de la Colosio.
Pero…
Andrés Manuel se cura en salud y, en vivo y a todo color, de costa a costa y frontera a frontera, desde Mérida y hasta Mexicali, declara:
“Y prohibida la censura. Si estamos aceptando hasta lo que ya se está convirtiendo en deporte nacional de que me mienten la madre. No va a haber denuncia para nadie, ningún perseguido. No vamos, por ejemplo, a los reporteros de los medios, a la reportera de Televisa que dio la noticia de los 300 muertos, o en Azteca, no vamos a pedir: ‘Quítenlos. No, no, no. No, entonces sí, ¿se imaginan?
“Primero –blofea–, hay que garantizar la libertad. Y valen más los excesos, es mejor que haya excesos a que haya censura.
“Y segundo, se terminan martirizando, nos van a echar la culpa de que ya estamos censurando, y no, nada, nada, nada. diálogo horizontal, circular y derecho de réplica, polémica, debate. Es interesante”.
Lo dicho, nunca pierde ni empata. Pero, ¿se valen los excesos desde Palacio? ¿Se vale que estigmatice a la prensa e insulte a los reporteros, “con todo respeto”?
–Presidente, ¿va a ir a Acapulco, presidente? Las veces que ha ido (inaudible) en la base naval. Le pregunto: ¿tiene considerado el lunes visitar?– preguntan a López Obrador.
–Sí, cuando… Es que, mire, hoy salió una foto y han salido muchas, muchas, en donde estoy con la gente, nada más que, sí, es que no las ven, o sea, no las ven.
(…) He ido muchísimas veces a Acapulco –miente–, voy a seguir visitando Acapulco. Tengo un compromiso moral, como autoridad para apoyar a la gente, siempre lo he hecho, pero ya no hallan qué”.
Y acusa a Azteca de haber abierto el micrófono a la gente, en unos reportajes, “para que me mentaran la madre. Entonces, no puedo exponerme, no es Andrés Manuel; si se tratara de Andrés Manuel, respondería yo como cuando estábamos en la escuela, como cuando estaba yo estudiando en Tepetitán, que había algo y decíamos: ‘A la salida nos vemos’.
“Pero, no, soy el presidente de México, tengo que cuidar la investidura presidencial. No soy Andrés Manuel, soy el presidente y no puedo permitir que nadie me ningunee. O sea, prestarme, caer en una provocación, que eso es lo que quieren”.
No, al licenciado presidente ya no lo quieren. Olvidó a los damnificados, no quiso mancharse de inmundicia la botas ni saber a qué huele la muerte ni sudar e ir a recorrer calles de la localidad devastada, no sólo del Acapulco de la Costera Miguel Alemán o de Punta Diamante también de La Laja y Caletilla, Pie de la Cuesta, Puerto Marqués y Barra Vieja, Tres Palos y…
No, no, Su Alteza Serenísima carece del encanto populista que labró en ese sueño de ser Presidente y perdió cuando se reveló aspirante a caudillo.
Andrés Manuel, Andrés Manuel… ya no te quieren. ¡Recontra, Drakko! Digo.
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