- Por José Antonio Aspiros Villagómez
Clase Turista
La respuesta de España al reclamo del ex presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador al rey Felipe VI, de disculpas a los pueblos originarios por el saqueo y la imposición durante la Conquista hace medio milenio, nunca llegó de manera directa, ni llegará, pero sí fue fijada una posición al respecto a través de Carmen Iglesias, presidenta de la Real Academia de la Historia.
Se recordará que, en marzo de 2019, el entonces presidente pidió al monarca que se disculpara por esos agravios, e insistió en ello al año siguiente cuando nuevamente reclamó “que haya de parte del Gobierno español, de la monarquía, un cambio de actitud y que con humildad se ofrezca una disculpa, un perdón”.
La corona española consideró al respecto que “la llegada, hace 500 años, de los españoles a las actuales tierras mexicanas no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas”, y se produjo un desencuentro que rayó en la descortesía diplomática cuando en 2024 Felipe VI no fue invitado a la ceremonia de cambio de poderes en México.
En su discurso de toma de posesión el 1 de octubre, la presidenta Claudia Sheinbaum sostuvo que “la grandeza cultural de México reside en las grandes civilizaciones que vivían en esta tierra siglos antes que invadieran los españoles”. Con ese párrafo intencionado y excluyente, borró toda la grandeza posterior a la Conquista, que podría significarse en figuras como Juana de Asbaje en tiempos de la Colonia, y los grandes escritores, intelectuales, músicos y artistas plásticos, y aún los artesanos surgidos de esos pueblos originarios durante los siglos XIX y XX, y hasta la fecha. Inclusive, parte de la grandeza cultural de México se debe a la sabiduría que aportaron los republicanos españoles cuando llegaron acá tras la Guerra Civil.
Sin referencias en estas líneas -por razones de espacio- a los muy discutidos episodios ocurridos desde la llegada de Hernán Cortés en 1519, hasta la declaración de Independencia en 1821, sí es preciso recordar que España demoró 15 años en aceptar mediante un tratado “de paz y amistad” la soberanía de la que fue su posesión durante tres siglos; que Madrid dio su reconocimiento al imperio de Maximiliano, pero que ambas naciones intercambiaron enviados especiales a las fiestas del centenario de la Constitución de Cádiz y del inicio y la consumación de la independencia mexicana.
En 1912 se instituyó en México el Día de la Raza cada 12 de octubre “como homenaje a España” (según la Enciclopedia de México) hasta que en 2020 fue retirada del Paseo de la Reforma la estatua de Cristóbal Colón, y López Obrador dijo al respecto que “aquí no conmemoramos la fecha; en España, si”.
México sostuvo relaciones con la República Española, incluso en el exilio, hasta que las rompió tras la muerte del dictador Francisco Franco, y todo iba bien, incluso con la asistencia del rey Felipe VI al cambio de poderes en 2018, pero al año siguiente se le pidió que se disculpara con los pueblos originarios y para ello fue enviada a Madrid la esposa del presidente.
A principios de octubre de 2024 tuvo lugar en España el Encuentro de Academias Hispanoamericanas de Historia, que aprovechó el rey para expresar (¿con destinatario en México?) que la relación de los países involucrados “es tan honda, que nos permite, incluso, hablar con franqueza de nuestras posibles discrepancias -inevitables, por lo demás, en tantos siglos de historia compartida- pero siempre desde el respeto basado en la amistad”.
Y correspondió a la presidenta de la Real Academia de la Historia, Carmen Iglesias, ser más clara cuando llamó “falacias políticas” al “reconocimiento de culpas” (solicitado por López Obrador) y agregó que las Indias nunca fueron colonias (como otros les llamamos; cuestión de semántica). Los reclamos de perdones colectivos, “rara vez están libres de algún tipo de venganza”, sostuvo.
Una visión razonada desde su contexto la aportó el historiador español y estudioso de temas afines, Antonio Espino López, cuando al ser entrevistado en 2022 por el corresponsal de La Jornada, Armando G. Tejeda, prefirió llamar “invasión” a la que para otros fue la Conquista de las Indias, durante el “expansionismo imperialista de la Corona de Castilla”. (www.jornada.com.mx/2022/02/13/cultura/a02n1cul).
Aceptó que “por imperativo militar” hubo no sólo en México sino en los demás países invadidos en el Nuevo Mundo, “crueldad, terror calculado, violencia extrema (…) masacres, a veces de poblaciones enteras; hubo matanzas, ejecuciones y represalias mediante el uso de tortura, quema de ciudades, destrucción de templos; se esclavizaba a buena parte de los derrotados como botín de guerra, se reclamaban mujeres con fines sexuales…”.
Pero a su juicio no se disculpan ahora, porque al imperar todavía en España una mentalidad franquista, piensan “que atacar el (‘glorioso’) pasado español, es un gesto (inadecuado), un insulto, una aberración”, porque, como para ellos “el imperialismo hispano sólo aportó elementos positivos, y al parecer ninguno negativo, pues está fuera de lugar que desde Latinoamérica se nos planteen requerimientos al respecto”.
En opinión de Espino López, esa es la mentalidad imperante en la que hasta hace varias generaciones llamábamos ‘la madre patria’; así se piensa “en el imaginario histórico de la sociedad española”, donde la extrema derecha “habla de la hispanidad como el mayor hecho de la historia tras la romanización” y de esa manera “es imposible que tales gestas, que están en la médula espinal del nacionalismo español, que forman parte del ADN de la nación española, puedan ser mancilladas con cualquier crítica, por muy bien fundamentada que esté”. Incluso, explicó Espino, los españoles que no son de derecha “también se pueden llegar a sentir agredidas cuando se cuestiona la faceta americana de la historia de España”.
El tema volvió a ser abordado por la presidenta Sheinbaum el 2 de marzo de 2025 durante un “funeral de Estado” en el 500° aniversario del asesinato de Cuauhtémoc ordenado por Cortés durante una expedición a las Hibueras (26-II-1525), cuando dijo que “todavía es tiempo” de que España pida “perdón”, y reiteró que había sido “una ofensa” a México, que España no respondiera la solicitud de López Obrador.
Y se volvió chisme doloso y hasta ocioso, cuando el periódico derechista español ABC publicó en este agosto la versión falsa de que la esposa y el hijo menor del ex presidente López Obrador, se irían a residir en un sitio elegante de Madrid. Antes de que la académica Beatriz Gutiérrez Müller -a la que ABC califica en su encabezado como “azote de España”- desmintiera la “noticia”, los criticones de oficio ya habían externado sus sátiras e ironías, porque ella había ido precisamente a España enviada por su cónyuge, a pedirle disculpas al rey.
Y mientras todo esto sucede prácticamente como un distractor, los restos de Cuauhtémoc, auténticos o no, siguen siendo motivo de veneración en el sitio donde los encontró la antropóloga Eulalia Guzmán en un antiguo templo de Ixcateopan, estado de Guerrero, mientras que los de Hernán Cortés permanecen olvidados en la iglesia contigua al Hospital de Jesús -fundado por él-, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Una versión corta de este artículo, aquí actualizado, figurará en el libro Voces, territorios y memorias que será publicado a finales del año por la Academia Nacional de Historia y Geografía con motivo de su centenario (1925-2025).

