- ALTERNATIVA CIUDADANA
- CARLOS RAMOS PADILLA
Clase Turista
Podría decir que todos somos responsables pero fracasaría en ese intento. Sí compartimos tareas pero en la mayoría de las actividades no correspondemos ni a la calidad ni a la demanda de una nación, como la nuestra, que va en retroceso.
Porque lo hemos permitido nos han hundido en un espacio sin ayuda médica pero con laboratorios para fabricar drogas.
Estamos sumidos en un fango cargado de criminales y cadáveres. Vemos como nunca de qué manera la corrupción ya es una obligación para gobernar y la mentira y el engaño sus aportaciones más generosas.
Unos cuantos tienen el poder absoluto de los recursos económicos, políticos, militares y culturales. Ellos se han determinado como propósito vivir aventando dádivas como oxígeno para no únicamente los pobres sino para los ambiciosos y mal nacidos.
Unos, los abandonados, reciben limosnas, los otros “comisiones” en cada obra que autorizan. Nos van a imponer a modo una justicia que asfixia con ignorantes y trepadores.
Sobran las hienas en la pradera. Y nos quieren usar, nos están usando. Van destrozando instituciones para instaurar escenografías baratas de “su” democracia.
No es que sean muchos los diputados y los senadores, es que la mayoría estorban. Por ello se requiere de ciudadanos capaces que los desplacen para construir no para destruir.
El momento requiere de gente honesta e independiente. De personas educadas, finas y comprometidas. Es la hora de una ciudadanía activa.
El grupo de políticos que cobran de la nómina de la nación sangran cada día más a las estructuras que se niegan a desplomarse. Desde fuera de nuestras fronteras nos vigilan, nos acusan, nos presionan. Ya no somos socios somos forajidos de la peor película. Asesinos, violadores y rateros. Nos ven sin respeto y a los que nos gobiernan les arrebatan las visas, les cancelan cuantas bancarias o los determinan como personan “non gratas”.
Son muchos millones de ciudadanos con preparación moral y académica para exhibir la mediocridad de los que abusan de los demás, de su ignorancia y de los arrojados a la pobreza y mediocridad.
Su mejor negocio es aliarse con narcotraficantes, administrar con terror, porque su coeficiente mental ni estira para más, no tienen proyectos, menos generosidad. Hablan del pasado para atropellar a adversarios.
La ciudadanía es la opción, darnos cuenta lo que valemos y lo que estamos dispuestos a ofertar para rescatarnos a nosotros mismos.
Junto a nosotros siempre tenemos a alguien de quien aprender pero que tenemos que impulsar en una agrupación ciudadana libre.
Lamentable que la memoria, ya como mecanismo de defensa, deseché día con día los escándalos, masacres y secuestros. Que el alma ya no permita asombrarse por madres rastreadoras porque esa actividad y es como una parte sustantiva del currículum nacional.
Ninguno de nosotros forma parte de esas familias que como paquete son intercambiadas por información de los matones como acaba de ocurrir con un narcotraficante confesó que negoció la protección y arribó a los Estados Unidos de 17 parientes.
La ciudadanía tiene la obligación ya de tomar las tribunas para mostrar que se expresa mejor que los saboteadores.
Que el lenguaje, al ánimo y la cortesía no son moda pasajera y que la misión y visión si abraza lo que creen que nos han arrebatado: los valores. Tenemos que proteger a los sabios y recolectores de éxito. La ciudadanía ya tiene que ser privilegiada, honrada y reconocida.
No dudo en afirmar que la ciudadanía promete más, tiene más, sabe más. Es la alternativa. Requerimos de nuevos rostros, sonrientes, optimistas, leales. Los padres y madres de familia no están diseñados para delinquir.
Pero lamentablemente eso existe en el abanico de los mismos haciendo lo mismo: obstruir y presentarse como prófugos ante sus torpes decisiones y conductas.
Son los ciudadanos la mejor herramienta, así lo dicta la historia.
Y ahí en la ciudadanía está el liderazgo.
