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28 noviembre,2024

Cuicuilco fue el primer centro urbano en el Valle de México

  • Por Norma L. Vázquez Alanís

Clase Turista

La admirada y fascinante cuenca de México tiene su origen más remoto en Cuicuilco, donde estuvo el primer centro urbano del valle de México, señaló Sergio Almazán, periodista, maestro en Historia, escritor y cronista de la Ciudad de México, al participar en el ciclo de conferencias Plazas y sitios de la CDMX, organizado por el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM) de la Fundación Carso, con el tema Centro de Tlalpan.

El cimiento de la zona sureña de Tlalpan es Cuicuilco, o por lo menos así aparece documentado, dijo Almazán, ya que lo fascinante de la Historia es que no está totalmente escrita, ni la de México ni la de la humanidad, pues siempre habrá un vestigio que permita explorar más.

Por ejemplo, apuntó, hace 100 años se consideraba que los tepanecas en Azcapotzalco era el pueblo más arcaico asentado en el valle de México, y hoy sabemos que los cuicuilcas fueron la civilización más antigua y que el suyo es el centro ceremonial, social, económico y cultural más primitivo de que se tiene registro hasta nuestros días, aunque esto puede cambiar porque la investigación arqueológica y antropológica en el país no se detiene.

Anteriormente se sabía de la erupción de un volcán, el Xitle del Ajusco, que había sepultado una población, pero los estudiosos pensaban que eran de esos pueblos migrantes que iban y venían, que no estaba asentada una gran civilización en esa zona. Sin embargo, en la segunda década del siglo XX, a partir del descubrimiento de Cuicuilco por el arqueólogo Manuel Gamio, el investigador Byron Cummings comprobó en 1925 que el edificio fue construido antes de la última erupción volcánica que cubrió de lava el sur de la cuenca.

De manera que hacia el año mil 200 antes de Cristo debió asentarse en las faldas de la sierra del Ajusco un grupo otomí que al abandonar el nomadismo empezó a practicar la agricultura como actividad preponderante; este pueblo prehispánico fundó Cuicuilco, del que se conserva su basamento en forma de un cono truncado, una construcción de forma circular y utilizado como un centro ceremonial.

Posteriormente, en 1939 el arqueólogo Eduardo Noguera abrió al público Cuicuilco, construyó el primer museo de sitio e hizo algunas exploraciones que apuntaban a que hace dos mil 800 años un grupo de personas se asentó en una elevación de tierras fértiles en el sur poniente de la cuenca de México, es decir, en lo que hoy llamamos Cuicuilco, comentó el historiador y agregó que dicha población otomí se considera el registro más antiguo que se tiene de una sociedad nómada asentada en el valle de México, donde el gran basamento circular fue la piedra fundacional, y no sólo eso sino quizá sea también el más antiguo apunte que tengamos de nuestra ciudad.

Así, el área de Tlalpan probablemente fue escenario de la primera sociedad estratificada humana en la cuenca del valle de México, cuyos testimonios se conservan en Cuicuilco, sitio y piedra fundacional del sur llamado Pedregal, Tlalpan, Coyoacán, sostuvo Almazán y precisó que esta cultura llegó a tener una extensión territorial de 400 hectáreas y una población aproximadamente de 20 mil habitantes al pie del cerro Zacatepetl; en el cauce del río seco se han encontrado vestigios que demuestran que utilizaron el riego, el sistema de terrazas para sus cultivos, trabajaron la cerámica y adoraron a dioses de la fertilidad.

Los códices y documentos dan cuenta de la importancia social, demográfica y urbana que tuvo Cuicuilco en la cuenca de México, que junto con las ciudades de Teotihuacán y Cholula representó el desarrollo de la urbe primera en el valle de México, como lo prueba el gran basamento descubierto en la segunda década del siglo XX y que derivó en un esfuerzo por documentar el pasado más inmemorial de la civilización mesoamericana del centro.

Expuso el historiador que el desarrollo de esa sociedad fue bruscamente interrumpido hacia el año 250 antes de Cristo por la erupción del volcán Xitle, un suceso natural que cubrió una vasta extensión territorial bajo un grueso manto de lava y cenizas donde quedaron enterrados los campos de labranza y las chozas de ese pueblo. Muy pocos lograron salvarse y es probable que haya derivado en una migración con desalojo de la urbe de Cuicuilco.

También es posible que los supervivientes al dispersarse emigraran hacia el norte, algunos lograron establecerse en Teotihuacán en el siglo séptimo cuando las siete tribus nahuatlacas llegaron a la orilla de los lagos de la cuenca y después establecieron los grandes señoríos que se caracterizaron en el altiplano, suceso que marcaría una ruptura en el sistema urbano de la cuenca de México y más tarde el inicio de una forma de civilización totalmente diferente.

El territorio de lo que es actualmente Tlalpan fue ocupado por dos pueblos, un grupo de origen xochimilca que pobló Topilejo, y el otro de origen tepaneca que fueron procedentes a Coyoacán donde se fundó el actual pueblo de San Miguel Ajusco y antes habían conformado el señorío de Azcapotzalco.

La rivalidad permanente de los pueblos nahuatlacas por extender sus dominios, condujo a que Tlalpan fuera dependiente del señorío de Xochimilco, y posteriormente hacia el siglo XV con la presencia y dominio de los tenochcas, Tlalpan se convirtió en tributario del imperio mexica hasta la caída de Tenochtitlan en 1521.

De tal suerte que este pueblo, antiguamente el poderío de Cuicuilco, poco a poco y conforme los procesos migratorios y el dominio de las zonas lacustres de la cuenca de México fue también debilitando las posibilidades de evolución de una de las primeras civilizaciones que el valle de México había desarrollado en pleno siglo uno.

San Agustín de las Cuevas, la vida colonial del sur

Una vez consumada la conquista, en 1532 se impuso a los naturales de Tlalpan -que fueron separados del señorío xochimilca de Tepecostic- el primer tributo en especie y trabajo personal para la Corona Española. Pocos años antes, en el año de 1529 el rey Carlos V había otorgado a Hernán Cortés el título de Marqués del Valle de Oaxaca, gracias a lo cual adquiría una gran extensión territorial de pueblos y sus 23 mil habitantes como vasallos; ese marquesado tuvo un área igual a la de Querétaro, es decir, aproximadamente 11 mil 400 kilómetros cuadrados y se extendía desde Oaxaca hasta Coyoacán.

 

El territorio del marquesado entregado a Cortés se dividió en corregimientos como el de San Agustín de las Cuevas, nombre que se dio en el virreinato a la región de Tlalpan y quedó sujeto administrativamente al corregimiento de Coyoacán, aunque varias de sus localidades estuvieron en disputa durante largo tiempo, pues Xochimilco las reclamó; el interés radicó en el derecho a percibir los tributos forzosos que pagaban los indígenas.

El 20 de noviembre de 1537 el virrey Antonio de Mendoza, dando cumplimiento a la Cédula Real otorgada por Carlos V, hizo el primer deslinde de tierras entre los naturales radicados en Peña Pobre, Coscomate, Ojo de Tlapica y Ojo del Niño de San Jesús, con el objeto de regular el uso del agua de los manantiales.

Tlalpan y otras poblaciones del sur de la cuenca del altiplano central se convirtieron desde finales del siglo XVII en sitios religiosos y de recreo para los habitantes de la ciudad de México, la gente de recursos modestos organizaba días de campo en los vergeles de la zona, mientras que los ricos construían suntuosas fincas con jardines y huertas, como la Casa Chata que aún existe y fue una finca campestre del siglo XVIII donde actualmente se encuentra el Centro de Investigaciones de Estudios Superiores de Antropología Social de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). También destaca la que fuera casa del Marqués de Vivanco y de los Condes de la Regla de Santa María.

En esta zona de Nueva España los conquistadores impusieron la religión católica, la primera orden que se propuso la evangelización de los naturales fue la de los franciscanos, a quienes les siguieron los dominicos y así San Agustín de las Cuevas se convirtió en cabecera de la doctrina cristiana a partir del siglo XVIII, aunque el templo y el hospicio de los dominicos habían sido erigidos desde 1637; también se levantaron varias capillas entre las cuales destaca la de la Virgen del Rosario, establecida por los dominicos y notable por la belleza de su retablo barroco.

 

(Concluirá)

 

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