- Por Esteban Durán Acosta
Clase Turista
Primer contacto con el alcohol y efectos
Ricardo, del Oriente del Valle de México, da respuesta a nuestros cuestionamientos y sin tapujos nos comenta de cómo fue su primer acercamiento y cuál fue el efecto con el alcohol.
Este es su relato:
“En la infancia, tendría más o menos 10 años, en casa, cuando en reunión con la familia se acostumbraba beber, llegué a tomarme una cerveza, pero no fue tan agradable el sabor, de esa manera fue como inicie, posteriormente fui tomando más alcohol”.
Reconoce que en esa ocasión no hubo ningún efecto en su organismo, pero al ver que la gente mayor se reunía para tomar en casa, “más bien yo me sentí que ya era adulto, aunque aún era niño, pero yo ya me creía grande, fue como una fuga de la realidad, porque yo tenía como 10 u 11 años”.
De manera fluida platica que a los 13 años, cuando ingresó a la secundaria, el efecto ya lo sentía el cuerpo, había bebidas de sabor agradable y nos dice que pasó: “empecé a sentirme diferente a los demás, más guapo, con mayor confianza, podía desenvolverme con las demás personas, podía conquistar mujeres, a diferencia de cuando no bebía, pues me costaba trabajo platicar con alguien, inclusive hasta con la misma familia; podía confesarles mis problemas, mi sentir, sobrio no lo podía hacer, pero ya con unas copas encima era diferente”.
Y aunque confiesa que en ese entonces bebía una o dos veces por semana, en alguna fiesta esporádicamente, no era cada ocho días ni continuamente, mínimo era dos o tres veces cada mes.
“Conforme fue pasando el tiempo, empecé a beber cada semana, en cada reunión, con el paso del tiempos consumía casi a diario para estar tranquilo, poder conversar y tener comunicación con la demás gente, inclusive en el trabajo llegué a tener responsabilidades y las dejaba por seguir bebiendo”, reconoce Ricardo
Reacciones de sus padres por su manera de beber
Sobre la reacción de sus padres al ver su forma de beber, confiesa que su madre era la que siempre le reclamaba: “¡tú no sabes beber! No puedes tomar, porque te comportas siempre de una manera que no es la adecuada!”.
Y nos explica por qué su mamá le decía eso: “Obviamente al beber de manera inadecuada actúa mal; como querer pelear con amigos, con vecinos, inclusive hasta con los mismos familiares, porque se pierde la noción de que uno haciendo, así que siempre me decía ¡tú no sabes beber!
“De repente, mi madre me dijo: ¿por qué no juras y te la llevas así, como tu papá? Al inicio sí me funcionaba, llegué a jurar dos meses y lo cumplía, llegué a jurar hasta tres años y lo llegué a cumplir; posteriormente, con el desconocimiento de que soy una persona que reacciona diferente al tener una bebida alcohólica en las manos, al tomar la primera, pues se desencadenaban las demás y ya no cumplía con mis juramentos”, nos expresa con cierto enfado.
En este punto es cuando confiesa que su madre y hermanos le decían ya no tomara y le preguntaban: “¿por qué te comportas así?, ya no tomes, ya no debes de tomar, tú no debes de tomar, pero la verdad, fueron años que yo no les hice caso, hasta que llegué a una agrupación de Alcohólicos Anónimos, ahí me compartieron las experiencias, de cómo tenemos mucha similitud y es hasta cuando suceden cosas lamentables, deja uno de beber”.
Consecuencias de su alcoholismoObviamente, a toda causa hay una reacción, todo exceso trae consecuencias y Ricardo no fue la excepción con su manera de beber: “Conforme pasa el tiempo, se desea formar una familia, ser alguien importante; busca una persona con la cual compartir momentos y crear esa familia, pero ya después, hasta ni eso importa, tener hijos. Tengo dos hijos, recuerdo que el más grande, cuando tenía 6 u 8 años, me vio cómo llegaba alcoholizado, el dinero destinado para los gastos de la casa ni llegaba, porque me lo gastaba para seguir bebiendo y cada vez se incrementaban los problemas”.
Primer acercamiento a Alcohólicos Anónimos
Ya en el momento más álgido de la entrevista, Ricardo no dice cómo es que llegó al grupo de Alcohólicos Anónimos: “Un amigo, vecino mío, que nos conocíamos desde la infancia; en una ocasión me vio deambulando en la calle, normalmente los que tenemos problemas con el alcohol, después de haber bebido y cometer cosas desagradables, se queda uno con el sentimiento de culpa ¿por qué lo hice?”
Y continúa con su relato: “Y así andaba en la calle, con la cara hacia abajo, me ve y me dice ¿qué pasó Ricardo cómo estás? y le dije, pues ahí andamos”, hace un paréntesis y nos dice que no es lo mismo platicar bajo los efectos del alcohol, que cuando no y sigue con su plática.
“Por ahí me enteré que tienes algunos problemas y me dijo por qué no me acompañas a este grupo y nos compartes tu testimonio, si no te agrada no pasa ningún problema, ahí cada quien entra por su voluntad, nada de que vas a entrar a fuerzas o vas a tener que pagar alguna cantidad o que vas a dejar alguna credencial”.
Y así paso, a este chico lo conozco porque vivíamos en la misma colonia y de vez en cuando coincidíamos; ante su propuesta, llegó un momento en que dije, pues qué pierdo y él me acercó a la comunidad de alcohólicos anónimos; ahí me dieron una junta de información, en el que te explican los tipos de bebedores. Hay tres tipos, está el bebedor social, el bebedor fuerte y el bebedor de mayor problema, te explican los síntomas y características que conlleva esta enfermedad y también recuerdo muy bien que me dijeron: mira, esto no va a ser de la noche a la mañana que tú ya vas a poder estar en armonía con la sociedad, te va a costar trabajo, no es solo decir ya no tomo y se acabó”.
¿Cómo le cambió la vida AA?
Finalmente, nuestro entrevistado, con gran satisfacción, nos dice el cambio que tuvo al integrarse a un grupo de alcohólicos anónimos.
“Enormemente de una forma favorable, hasta las cosas que no son tan agradables, como la pérdida de vida de un familiar; mi padre falleció cuando yo estaba en alcohólicos anónimos y una persona me comentó, el día de mañana vas a agradecer que haya fallecido, y yo le dije no pues ¿cómo voy a hacer eso?, no puedo decir que lo hice, pero sí al menos mi padre se fue contento de que me vio que ya no tomaba, que ya no era parte de los problemas que tenían que sostener ellos, porque es así, el alcohólico hace problemas, pero no los soluciona él, los solucionan la familia u otras personas”.
Muy contento, manifiesta que aunque ya no vive con su familia directa, puede decir que tiene una familia: “ya no vivo con ellos, pero tengo dos hijos, el más grande ya se recibió, terminó su carrera politécnica, ahora ya no me ha visto llegar tomado; con los gastos andamos batallando, pero hay dinero para cubrir las necesidades; mientras mi hijo pequeño, pues él nunca me ha visto tomado hasta el día de ahora”.
“Cambió nuestra forma de ser, cuando uno está en la agrupación, nos enseñan que tenemos que practicar con la familia los principios que hay, porque hay confianza, yo no vivo con ellos, pero estoy al pendiente, paso a verlos cómo están, si hay alguna actividad estos días o si hay una convivencia vamos, el más grandecito se toma una, dos o tres copas por mucho, yo siento que es parte de lo que AA, me ha dado, en la casa y en la familia hay cosas muy agradables, ya que no hay dificultades que estemos peleando porque Ricardo anda bebiendo”.
Alcohólicos Anónimos, Sección México, ofrece una Alternativa de Solución para quien sufre la enfermedad del alcoholismo.
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