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24 noviembre,2024

Textos en libertad / Siete décadas sin el Tío Carlos

  • Por José Antonio Aspiros Villagómez

 

En memoria del colega y gran amigo Alfredo Barba Chávez “Abacha”,
quien, víctima del cáncer, partió de este mundo el 14 de octubre
en Aguascalientes; QEPD. Nuestro pésame para su familia.

 Clase Turista        

El 19 de octubre se cumplirán 70 años de que los entonces presidentes Adolfo Ruiz Cortines, de México, y Dwight D. Eisenhower, de Estados Unidos, inauguraron la Presa Falcón en un paso fronterizo entre Tamaulipas y Texas, sobre el río Bravo.

Según datos de la Secretaría de Marina (digaohm.semar.gob.mx), con esa obra se puso fin a conflictos por el agua en la zona y ahora permite irrigar 243,000 hectáreas y generar energía hidroeléctrica; además cuenta con un parque recreativo donde se pueden alquilar lanchas para pescar bagre, matalote, catán y carpa, además de acampar, nadar y practicar esquí acuático y senderismo.

         Esta presa habría sido inaugurada sin terminar, pues la Semar también informa que su construcción concluyó el 8 de Abril de 1954, pero seguramente se adelantó el corte del listón conforme a las agendas de los dos mandatarios, cuya reunión no pudo ser cubierta por todos los reporteros porque dos enviados de El Universal y otros representantes de medios, fallecieron en un accidente aéreo cuando se dirigían al lugar.

Eran los periodistas Carlos Violante y Carlos Septién García, que iban a bordo del avión de Pemex que se estrelló ese 19 de octubre en la sierra de Mamulique, poco después de haber despegado de Monterrey.

Septién, un queretano profundamente católico nacido en 1915, era abogado, cronista taurino desde 1941, director de Revista de la Semana de El Universal y de la Escuela de Periodismo fundada en 1949 y que desde su muerte lleva su nombre, y había sido director fundador de La Nación, órgano informativo del Partido Acción Nacional, donde tuvo como reportero al después famoso columnista Manuel Buendía, y como colaborador al dramaturgo Salvador Novo.

Carlos Septién fue además cronista parlamentario y de esa manera pudo estar en la Cámara de Diputados, aunque no como legislador a pesar de haber sido postulado por el PAN en dos ocasiones y de haber defendido en una de ellas su pretendido triunfo en el Colegio Electoral. En 1940 fue encarcelado en Querétaro por su activismo político dentro del PAN.

Firmaba sus crónicas taurinas como ‘El Tío Carlos’, ‘Don Pedro’ y ‘El Quinto’, y por su estilo y trascendencia fueron publicadas en un libro. Sus toreros favoritos eran Silverio Pérez y Carlos Arruza, y cuando murió Manolete le escribió en El Universal en primera persona, para decirle que “hiciste de la fiesta de toros rito, sacrificio y mística; y fuiste leal a tu liturgia. Leal hasta la muerte”.

Y conceptos de él entre los que ha trascendido su definición del periodismo como “el parlamento diario de los pueblos”, fueron recogidos en la obra El quehacer del periodista, del maestro Adrián García Cortés. También sostenía que la técnica del periodismo se debe poner al servicio de la verdad.

         En 1951 asumió la dirección de la posteriormente y hasta la fecha llamada Escuela de Periodismo ‘Carlos Septién García’, de la que por supuesto fue profesor, empeñado en fomentar la ética periodística pero no el periodismo “neutral”, y mucha de su trayectoria en ese plantel figura en las dos ediciones, de diferentes autores, del libro El parlamento de los pueblos que contiene la historia de la institución, donde se cita a este tecleador entre sus egresados.

         El 22 de octubre de 1953, tres días después del fatal avionazo, en la Cámara de Diputados se guardó un minuto de silencio por las víctimas y los legisladores Antonio Bustillos Carrillo, Felipe Gómez Mont y Jorge Huarte Osorio, hablaron acerca de los periodistas de El Universal que habían fallecido.

         Bustillos dijo que, ese día, Carlos Violante había dejado de asistir a una sesión de la Cámara “por primera vez y para siempre“, pues había sido cronista parlamentario. Gómez Mont lo elogió porque “supo levantar muy alto la bandera del periodismo de México”, y Huarte le rindió “un tributo de admiración” y expresó que la Cámara estaba de duelo.

         Acerca de Carlos  Septién, su correligionario Gómez Mont opinó que había marcado “el camino a seguir del periodismo mexicano” y ambos habían luchado juntos por la libertad de cátedra y contra la educación sexual. Lo consideró un ejemplo a seguir por escribir con honestidad y dignidad, y por “hablar claro donde se debe hablar claro”.

         Otras víctimas del avionazo de hace 70 años fueron Francisco de P. Carriedo, gerente de Ovaciones; Humberto Manzano González, de la Asociación de Editores de los Estados; José S. García Ruiz, del Noticiero Mexicano; J. Clifford Safley, del periódico San Diego Unión, y Miguel Espinosa y Raúl Rojas López, camarógrafos del Noticiero Continental, así como otros pasajeros y la tripulación.

         Para documentar este artículo buscamos alguna obra con la biografía de Carlos Septién García en la librería que tiene el Gobierno de Querétaro en la capital de la entidad, y los empleados dijeron que no existe; hay que escribirlo. Lo que hallamos fueron libros de varios autores apellidados como el periodista, uno de ellos por doble partida: el historiador y jurista Manuel Septién y Septién (1913-2005), de quien compramos y vamos a leer el titulado Historia de Querétaro.

Y también localizamos una escuela primaria llamada ‘Carlos Septién García’, una plazoleta que se denomina ‘El Tío Carlos’, y los restos de él que están desde 1989 en la Rotonda de los Queretanos Ilustres, en un emplazamiento elevado con vista a los arcos del acueducto. Pero datos, sólo los hallamos en nuestros archivos hemerográficos, en artículos que escribimos hasta hace dos décadas, un libro del INEHRM sobre la revista La Nación, dos libros de la Escuela de Periodismo y en páginas web taurinas y el Diario de Debates de la Cámara de Diputados.

Post data.- Varios periodistas han muerto o resultado heridos en estos días, víctimas de los ataques israelitas al norte de Gaza y al sur de Líbano. Si no fuera por sus sepultureros en el actual sexenio, la Agencia de Noticias del Estado Mexicano tendría allá a sus corresponsales (despedidos todos en 2019), como los tuvo en el pasado en los más importantes sucesos internacionales, especialmente conflictos armados y cumbres de mandatarios.

Citemos sólo un ejemplo: los enviados de Notimex en 1991 a cubrir la guerra contra Irak cuando invadió Kuwait, fueron los primeros periodistas latinoamericanos en entrar a Bagdad junto con sus colegas del diario nicaragüense Barricada y mandaron varias primicias, mientras otros 500 corresponsales esperaban su visa en Líbano. Pero por ceguera y capricho gubernamental se acabaron las glorias, junto con la agencia.

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