- Ahora sí se acabó el teatro del fenómeno Xóchitl
- La razón siempre la tuvo el destapador, López Obrador
- Panistas, priistas y perredistas sólo fueron de comparsas
- Por Francisco Gómez Maza
Clase Turista
En la farsa montada por el PAN para “elegir democráticamente” a su candidato o candidata para la Presidencia de la República, se hacía perfilar a Xóchitl Gálvez, en una falsa contienda con la priista Beatriz Paredes Rangel y el correligionario de la hidalguense, Santiago Creel Miranda. Ganó la Señora X, pero no ganó como el gran fenómeno mediático que hicieron aparecer, sino como la designada en las sombras del poder hegemónico del empresariado yunkista.
Hubo un triunfo, pero planeado por los brujos de la derecha. Los observadores de los hechos esperaban un gran triunfo, contundente. De por lo menos de un 90 por ciento; un triunfo que arrasara, que destruyera las dudas de sus patrocinadores y el triunfalismo de los aspirantes del Partido Morena. No, No hubo ningún motivo, ninguna razón para echar a volar las campanas de la catedral de León, o Chihuahua, o Aguascalientes.
Así, el fenómeno de la vendedora de gelatinas, como la única, la ungida por el presidente López Obrador, se desmoronó, ya que el porcentaje de su triunfo no corresponde al de la fama que cogió, en unas cuantas semanas, como antípoda del fenómeno Tabasqueño, cuya ventaja sobre sus “adversarios” se ha mantenido y muchas veces ha sobrepasado los límites impuestos por los dirigentes albicelestes.
En la primera encuesta, levantada entre el 11 y el 14 de agosto pasados, la senadora encabezó las preferencias con el 38.3% de respaldo. Pero ¿ese respaldo del 38.3 (pírrico ya de entrada) satisfizo las esperanzas de los amos y señores del FAM? Claro que no. Les falló la perspectiva. Creyeron que el fenómeno mediático de una mujer de huipil, pero barnizada con “inteligencia artificial”, levantaría ámpula en Palacio Nacional, con una muy nutrida votación, o toda la votación a su favor, y una votación no solamente albiceleste, sino de múltiples colores. Pero. Oh decepción. Se desinfló el aerostático publicitario y sus propagandistas quedaron sumidos en la derrota. La Señora X sólo obtuvo los suficientes votos para quedar al último y, no habiendo nadie más que se le atravesara en el camino, ser designada como la candidata que López Obrador designo sin tanta faramalla de democracia.
Se podría esperar que terminara ahí el tercer acto de la farsa y que la priista tlaxcalteca renunciara a continuar siendo comparsa de quienes designaron, desde mucho antes de la presentación de la obra de teatro, a Xóchitl de huipil como la representante del PAN y sus compinches contra cualquier candidato o candidata lopezobradorista en la elección de 3 de junio del año entrante.
Pero de lo que sí estamos muy seguros es de que, en el seno del PAN, después de esta obra de teatro, murió lo que quedaba de democracia. Si es que quedaba algo. Los panistas de dejaron ganar, nuevamente, por su enemigo número uno en el pequeño mundo de don Camilo, en el que Guareschi se solaza con los ridículos pleitos entre el cura de pueblo y el comunista.
Una lástima para Santiago Creel. Acababa de renunciar a su dieta de diputado y presidente de la cámara baja. Estaba totalmente seguro de que él sería el elegido de los más potentados de este país de la desigualdad, aunque el presidente presuma que su gobierno ha reducido la pobreza de acuerdo con las evaluaciones del Coneval.
Mientras tanto, la ventaja de Claudia Sheinbaum para convertirse en la candidata presidencial de Morena crecía en una nueva encuesta (por cierto, no muy confiable) revelada el miércoles por El Financiero. En la contienda interna del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Sheinbaum obtenía 32% de las preferencias para ser la candidata en las elecciones presidenciales de 2024, 10 puntos por encima de su rival más cercano, el excanciller Marcelo Ebrard, quien obtenía 22%. Así mismo, el INE le ordenaba al presidente AMLO “dejar de ejercer violencia política de género contra la Señora X.