- Lo viejo no acaba de morir
- Por Carlos Pozos
Clase Turista
En el diario Milenio, el pasado fin de semana escribió en su columna el amigo José Liébano Sáenz que “el objetivo de las reformas al cierre del siglo, durante la gestión del presidente Ernesto Zedillo, tenían como propósito abrir en el país el ciclo de la normalidad democrática mediante una reforma profunda al sistema electoral y a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Ocurrió en condiciones adversas, en medio de una crisis de confianza, resultado del levantamiento zapatista, los magnicidios de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu, y una profunda inestabilidad financiera”.
De ciclo de normalidad del que habla, en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, seguramente fue porque Ernesto Zedillo se dio cuenta que el Poder Judicial respondía al interés de Carlos Salinas de Gortari, quien lo había nombrado.
A Zedillo “no le tembló la mano” el 1 de enero de 1995 para doblegar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, mediante la figura de jubilación inmediata, y separar de su cargo a sus 26 ministros.
Recordamos que hace más de 28 años no escuchamos las expresiones plagio de tesis, corrupción, liberación judicial de cuentas bloqueadas a narcotraficantes y sus cómplices, tráfico de influencias, compadrazgos. Sin duda eran otros tiempos y por ello el argumento justificador era dar respuesta a la exigencia ciudadana de una mejor impartición de justicia.
Para una gran parte de la población, la interpretación generalizada fue: Zedillo no quiere una Corte integrada por ministros nombrados por los expresidentes Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari.
Y agrega Liébano en su columna: “Son muchos los que participaron en ese esfuerzo colectivo por construir las condiciones de estabilidad que requería con urgencia el país”. (Cabe recordar que la convulsión que se vivió en esos tiempos fue causada por el Partido Revolucionario Institucional, y desde la residencia oficial de Los Pinos).
Destaca José Liébano a “los finados Carlos Castillo Peraza, Porfirio Muñoz Ledo, Arsenio Farell, Arturo Warman, Vicente Aguinaco y Rafael Segovia, representantes de una generación que determinó que la normalidad democrática transita por la ampliación de los derechos político-electorales, la independencia o autonomía de la Corte, el Banxico y el IFE (hoy INE), además de una justicia electoral confiable, profesional y adscrita al Poder Judicial de la Federación. Fue una reforma que previó la creciente alternancia en los ejecutivos locales, que cuidó garantizar la constitucionalidad de los actos de autoridad con la autonomía de la Corte y creó las bases para la coexistencia política y la gobernabilidad en condiciones inéditas de un Ejecutivo sin mayoría en la Cámara”.
Afirma también el columnista: “El logro de un gobierno y de una generación se aprecia en perspectiva. Las condiciones de arribo al poder desde 1970 hasta 1994 fueron accidentadas y en medio de crisis e incertidumbre. No ocurrió así en el 2000, a pesar del pronóstico de que el fin de la era de los presidentes del PRI se daría en medio de la confrontación, la inestabilidad y la rebelión. La normalidad democrática se impuso porque las dificultades previas mostraron que la coexistencia de los diferentes en torno a un objetivo común hace posible el cambio sin sobresaltos”.
También hay que recordar que ahora que ya se han quitado las máscaras los partidos políticos, PRI y PAN, fue Ernesto Zedillo Ponce de León, el último presidente emanado del Partido Revolucionario Institucional, pues fue él quien le entregó la banda presidencial y la silla con el águila a Vicente Fox Quesada, que representaba al Partido Acción Nacional.
Dice el ex secretario particular de Ernesto Zedillo que “la competencia política ha llevado al país a la confrontación y al encono, pero en momentos difíciles la vía electoral y el compromiso de todos con la normalidad democrática, serán siempre la fórmula más civilizada y confiable para determinar el rumbo de México. Tarea es de todos velar porque así suceda, muy especialmente, de los gobernantes”.
Si hablamos de confrontación y al encono, hubo más en 1994 y 1995, cuando se llegó a un magnicidio, el de Luis Donaldo Colosio, que con una pistola Taurus 38, propició que Zedillo llegara a la Presidencia de México. Magnicidio que no se ha clarificado aún, y que sigue vivo porque “lo nuevo no acaba de nacer y lo viejo no acaba de morir”… Amigos, hasta aquí con Los Pozos de Carlos Pozos. Y si desean que le haga su pregunta al Presidente de México en la conferencia de prensa “mañanera”, por favor háganmela llegar al correo: lordmolecularedacción@gmail.com; vía Twitter a: @lordmoleculaoficial, o bien, visiten nuestro portal https://www.lordmoleculaoficial.com/ así como también pueden ver mi Canal Lord Molécula Oficial.