- Un destino para quedarse, caminarlo y entender cómo la tradición puede seguir siendo parte de la vida diaria
- Por Alejandra Pérez Bernal
Clase Turista
En el suroeste de Guanajuato existe un pueblo pequeño, tranquilo y profundamente festivo llamado Huanímaro, y este es un lugar para quedarse, caminarlo y entender cómo la tradición puede seguir siendo parte de la vida diaria.
Huanímaro está rodeado de cerros y campos abiertos. Muy cerca del centro se encuentra La Cueva, un espacio natural al que se llega caminando y donde el plan es sencillo: respirar aire limpio, recorrer senderos y pasar el tiempo sin prisa. Desde el Cerrito de la Cruz, otro de sus puntos emblemáticos, el pueblo se deja ver completo desde lo alto, con miradores que invitan a detenerse y observar.
El corazón del municipio es su Jardín Principal, un punto de encuentro donde todo sucede: familias paseando, pláticas largas, antojitos y nieves artesanales. Aquí se prueban sabores tradicionales como las enchiladas, la cecina y el pan de trigo, recetas que forman parte de la identidad local y que se comparten sin ceremonia.
Pero Huanímaro se entiende mejor cuando hay fiesta. En sus celebraciones, las calles se llenan de música, color y movimiento. La danza de los Negritos es una de las expresiones culturales más representativas: niños y jóvenes bailan al ritmo de la banda usando máscaras artesanales, elaboradas en el propio municipio. No es un espectáculo preparado para el visitante, es una tradición viva que se hereda y se practica.
A esa energía se suman las mojigangas, figuras gigantes que recorren las calles durante desfiles y festejos, provocando risas y sorpresa. Son parte del paisaje cultural del pueblo y una de las experiencias más memorables para quien lo visita por primera vez.
Detrás de estas expresiones hay artesanos que tallan máscaras a mano, desde la madera papel mache, hasta la pintura final. Cada pieza tiene un propósito: salir a la calle, bailar y seguir contando historias.
Para quienes deciden quedarse, Huanímaro cuenta con opciones de hospedaje pequeñas y acogedoras, algunas cercanas a la naturaleza y otras en el centro del pueblo. Dormir aquí es despertar con calma, sin ruido y con la sensación de estar en un lugar auténtico.
Huanímaro es un destino que se vive con los cinco sentidos. Un pueblo donde la naturaleza se camina, la cultura se baila y las tradiciones se mantienen en la calle y en la mesa. Rodeado de campos de agave azul, este rincón del suroeste de Guanajuato también es tierra tequilera, con una historia ligada a la producción de tequila que hoy se representa en Tequilera Huani, una de las más reconocidas de la región.
Asi, Huanímaro invita a bajar el ritmo y a descubrir un lugar que no se presume, pero que se recuerda.
