- El 21.9% de las mujeres de 15 años y más, que han tenido al menos una relación de pareja, ha experimentado violencia psicológica
Clase Turista
Al inicio de una relación, o en un noviazgo de varios años, a menudo se ignoran o minimizan comportamientos que son, en realidad, las primeras manifestaciones de un patrón de violencia y control. Estas señales de alarma, popularmente conocidas como «red flags», son señales de que la dinámica de la pareja es tóxica o abusiva. Es muy importante poder identificar estas conductas, que se han normalizado como pruebas de «amor» o «pasión».
La violencia en el noviazgo no siempre comienza con golpes o amenazas; muy a menudo se inicia con sutilezas emocionales y psicológicas. Estas conductas, van destruyendo la autoestima y la autonomía de la víctima poco a poco y suelen justificarse con frases como «es que me quiere mucho» o «es celoso, porque me ama».
En México, la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) ofrece datos contundentes sobre la violencia psicológica y emocional que precede y acompaña a otras formas de agresión:
El 21.9% de las mujeres de 15 años y más, que han tenido al menos una relación de pareja, ha experimentado violencia psicológica por parte de su pareja actual o la última.Dentro de la violencia psicológica, el 13.5% de las mujeres reportó que su pareja la ha celado o ha vigilado sus actividades.
Estas cifras, evidencian que el control emocional y la restricción social no son excepciones, son patrones extendidos en las relaciones de pareja. Y es vital nombrarlo como lo que son: no son celos “normales”, no son errores de carácter, no son “formas de querer”. Son conductas abusivas que vulneran la autonomía y la libertad de las mujeres.
Ejemplos de «red flags» y conductas normalizadas:
- Los celos extremos disfrazados de cuidado: los celos son una de las primeras banderas rojas. Cuando la pareja exige explicaciones detalladas de dónde se está, con quién se está o por qué se tardó, no es cuidado; es control. Se manifiesta con preguntas constantes sobre las actividades, o mostrando enfado si la pareja sale con amistades sin su presencia.
- Revisión invasiva de dispositivos: La exigencia o práctica de revisar el celular, redes sociales o correos electrónicos bajo el pretexto de «confianza» es una grave violación a la privacidad y un acto de desconfianza profunda.
- Las «bromas» humillantes: El uso de comentarios sarcásticos, descalificadores o bromas frente a otras personas sobre la apariencia, inteligencia o gustos de la pareja. Si la «broma» duele y se repite, no es humor, es maltrato emocional.
- Aislamiento progresivo: La presión sutil para dejar de ver a familiares o amistades («no me cae bien tu amiga», «prefiero que estemos solo tú y yo»). El objetivo es volver a la víctima dependiente únicamente del agresor.
Como señala Samantha Báez, Cofundadora de Casa Gaviota, Asociación civil mexicana dedicada a la prevención y erradicación de las violencias contra mujeres y niñas, “detectar una red flag a tiempo es un acto de autocuidado. Una vez que se identifica una conducta de control o descalificación, es muy importante estar alerta,establecer límites claros, platicarlo con alguien de confianza. La respuesta del agresor ante la imposición de un límite es, a menudo, una nueva «red flag». Si la pareja responde con manipulación, culpa o escalando la agresión, es una señal de que la relación no debe continuar”.
Una relación saludable se basa en el respeto, la autonomía y la comunicación honesta, no en la sumisión ni la vigilancia constante. Es importante dejar de romantizar estos comportamientos para que las personas puedan reconocerlos como lo que son: los primeros eslabones de la cadena de violencia.
Ignorar las «red flags» es poner en riesgo la propia integridad física y emocional. El verdadero valor de una relación se mide por el nivel de seguridad y paz que aporta, no por la intensidad del drama o la obsesión.
Reconocer y actuar frente a los celos, el control, las «bromas» hirientes o cualquier indicio de maltrato no es una señal de fracaso; es un acto de valentía y un paso decisivo para proteger la salud mental y el derecho a una vida libre de violencia. “Nadie merece una relación que lo obligue a encogerse o a justificarse constantemente. Es vital romper el silencio y buscar ayuda profesional o en redes de apoyo al percibir la primera señal de alarma”, finaliza Samantha Baez, Co fundadora de Casa Gaviota A.C.

