- Norma L. Vázquez Alanís/ Primera de dos partes
Clase Turista
Malinche no fue una traidora a su pueblo, sino un puente entre dos culturas y gracias a que fue regalada a Hernán Cortés por Tabscoob, cacique maya de Tabasco –pero no como un objeto, pues esa fue una visión eurocentrista–, en la mentalidad mesoamericana lo que querían hacer los indígenas era una alianza con los españoles; pudo demostrar al mundo occidental que la mujer indígena era capaz de desempeñar un papel relevante en la historia universal, porque gracias a su conocimiento de dos lenguas nativas, el nahua y el maya, así como sus dotes de gran diplomática y conciliadora facilitó la conquista.
La doctora en Historia por la Universidad de Granada, España, Nora Ricalde Alarcón, fue la encargada de cerrar el ciclo de conferencias que bajo el título ‘A 500 años de la expedición a las Hibueras’ organizó el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM) de la Fundación Carlos Slim, como parte del 60 aniversario de su creación, y que abarcó a los tres personajes principales de esta aventura: Cristóbal de Olid, Hernán Cortés y la Malinche.
En su plática ’La Malinche y las Hibueras’, la historiadora expuso las razones por las que doña Marina fue con Cortés a esa arriesgada expedición, durante la cual sirvió de vínculo entre el conquistador y los caciques indígenas de los pueblos por los que transitaban; se casó con Juan Jaramillo y participó en el interrogatorio a Cuauhtémoc, además de que presenció su ejecución. De manera que Malinche, Malitzin, Malinalli o doña Marina, es un personaje importantísimo en toda la conquista de México.
La doctora Ricalde Alarcón señaló la importancia de saber quién fue la Malinche y qué hizo entre 1521 y 1524, para comprender la razón por la cual fue a la expedición de las Hibueras con Hernán Cortés y los capitanes e indígenas que él llevaba. Malinalli o Malitzin –cuyo nombre quiere decir hierba o así lo han señalado quienes se dedican a este rescate de los nombres nahuas según el significado de la etimología nahua—nació cerca del año 1500, aunque no se tiene una fecha exacta, posiblemente en Copainalá, un poblado desaparecido cerca de Coatzacoalcos, antigua capital olmeca situada entonces en la región del actual estado de Veracruz, donde sus padres eran caciques; su padre de Olutla y Xaltipa, su madre era Cimatli de estirpe noble, señora de vasallos y tierras. El lugar donde Malinalli creció, se desarrolló y pasó sus primeros años, era una región fronteriza nahua-maya, de suerte que su origen es nahua de la zona de Veracruz.
Ricalde Alarcón, quien también es maestra en Humanidades por la Universidad Anáhuac con especialidad en Historia de México, mencionó que, según algunas fuentes, su padre murió y su madre se volvió a casar, por ello se convirtió en una hija incómoda, así que fue vendida a un grupo de traficantes de esclavos en Xicalango; esta situación la sumergió de una manera más profunda en la cultura maya, lo cual después iba a ser muy importante para su trabajo en la expedición a las Hibueras porque habla con fluidez el nahua y el maya.
Tras la guerra entre mayas de Potonchán y mexicas de Xicalango, Malinalli fue dada como tributo a Tabscoob, cacique maya de Tabasco, quien a su vez en 1519 después de la batalla de Centla la regaló junto con otras 19 mujeres a Hernán Cortés; inicialmente él se la dio a Alonso Hernández Portocarrero, que hubo de regresar a España para llevar unos regalos a Carlos V, sin embargo Cortés se dio cuenta muy pronto de que era bilingüe, incluso López de Gómara señala que la separó y le ofreció muchas cosas para que fuera su intérprete. La bautizaron como Marina, nombre que ella eligió.
Malitzin, presencia permanente durante la conquista
Marina no solamente estaba traduciendo del maya al español o del náhuatl al español, pues además de ser una lingüista era una gran diplomática y extraordinaria estratega militar que le decía a Cortés: “bueno, pues yo creo que por aquí te puedes ir, cuidado con esto”, es decir, le descifraba al conquistador la cultura todo el tiempo.
Y por eso en todos los códices aparece al lado de Cortés, dijo la ponente, así que para los indígenas él era el capitán de Marina, por eso le llaman Malinche. La presencia de Malitzin durante la conquista fue permanente y hubo varios sucesos en los que ella tuvo el control de la situación.
Por ejemplo, cuando llegaron por Moctezuma para hacerlo prisionero, ella fue quien hizo la traducción porque Cortés nunca aprendió a hablar en náhuatl ni ninguna otra lengua nativa, y estaba con otros de sus capitanes pidiéndole a Moctezuma que se fuera como prisionero a otro lugar, él no quería, pero Malinalli con esas dotes diplomáticas que poseía le dijo al emperador que tomara sus cosas y se fuera con ellos porque ya los españoles estaban dispuestos a sacar sus espadas y cortarle la cabeza o por lo menos herirlo, de manera que fue esta mujer quien lo convenció, salvando la situación. Igual lo hizo en numerosas oportunidades con gente de importancia en la cultura mesoamericana.
Ella era la traductora oficial y se encontraba con Cortés cuando él hablaba con estas grandes personalidades mexicas y de otros pueblos que iba conquistando, por eso les llamaban los Malinches a ella y a Cortés. Así que doña Marina estuvo presente en el camino a Tenochtitlan, en la matanza de Cholula, en el episodio de la Noche Triste, en el asedio a México-Tenochtitlan y en la tortura a Cuauhtémoc, y sin duda alguna -aseguró la doctora Ricalde Alarcón- la conquista no hubiera tenido lugar sin ella, porque traducía, interpretaba y ayudó a Cortés en todas las empresas que iba realizando.
Después de la conquista y el inicio de la traza de la ciudad de México, en el verano de 1522 llegó a la Nueva España procedente de Cuba la esposa de Cortés, Catalina Suárez Marcayda, precisamente cuando Malitzin y Cortés estaban teniendo una relación, no sabemos de qué tipo dijo la conferenciante, es muy difícil determinar si era romántica o utilitarista, pero lo cierto es que ella tuvo un hijo con Cortés, era su primer hijo hombre y lo llamó Martín en honor de su padre. Marina estaba viviendo en Coyoacán cuando el episodio de la muerte de Catalina.
En 1524 se fue a la expedición de las Hibueras, durante la cual se casó con Juan Jaramillo y tuvo una hija con él a la que pusieron el nombre de María, luego de este matrimonio le dieron la encomienda de Jilotepec y otras más por los servicios prestados y tal vez como una dote. Malitzin murió de viruela en 1529 y según algunas versiones Motolinía la confesó en su lecho de muerte, aunque en los años 90 del siglo XX, Hugh Thomas en su libro La conquista de México hizo una afirmación muy audaz al señalar que doña Marina siguió viva hasta 1550, de lo que no existen pruebas, pero para la década de 1530 Juan Jaramillo ya estaba casado con su segunda esposa, Beatriz de Andrada.
Precisamente acerca de esta etapa de la expedición a las Hibueras Bernal Díaz del Castillo escribió en el capítulo XXXVII de su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España: “… y como doña Marina en todas las guerras de Nueva España, Tlaxcala y México fue tan excelente mujer y buena lengua… a esta causa la traía siempre Cortés consigo… fue gran principio para nuestra conquista”, y más adelante en el capítulo LXVIII: “Siempre iba con nosotros a cualquier entrada que íbamos aunque fuese de noche”. Aquí hay que destacar este señalamiento: “la traía siempre Cortés consigo”, porque él no entendía, no sólo la lengua, no entendía el mundo indígena sin Malitzin.
La conquista, sin lugar a duda, fue un hecho que sucedió a través de la palabra y fue la palabra de la Malinche, tan fue así que Bernal Díaz del Castillo en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España escribió: “Fue gran principio para nuestra conquista… he querido declarar esto, porque sin doña Marina no podíamos entender la lengua de Nueva España y México”. “En todos los pueblos llamaban a Cortés Malinche… la causa de haberle puesto este nombre fue que como doña Marina, nuestra lengua, estaba siempre en su compañía, especialmente cuando la veían embajadores o pláticas de caciques y ella lo declaraba en lengua mexicana por esta causa le llamaban a Cortés el capitán de Marina…”, señala Bernal en su imprescindible obra.
(Concluirá)

