- Por Norma L. Vázquez Alanís
Clase Turista
(Segunda de dos partes)
En la conferencia ‘Vicente Guerrero y Juan Álvarez, afrodescendientes protagonistas de la historia de México’, la doctora en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), María Teresa Pavía Miller, se refirió a los orígenes de estos dos personajes, quienes lucharon por la independencia, contribuyeron a la creación de un México independiente y pugnaron por mejores condiciones de vida para las personas de origen africano.
Al participar en el ciclo de conferencias Tercera Raíz: afrodescendientes en México, convocado por el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM) de la Fundación Carlos Slim, señaló que Guerrero y Álvarez, a pesar de haber escalado el nivel político más alto del país fueron víctimas de discriminación, por lo cual es probable que hayan procurado ocultar su orígen, pero en sus acciones mostraron que no perdieron su identidad social con los afrodescendientes.
Respecto a Vicente Guerrero, dijo la historiadora que su nacimiento se sitúa en Tixtla, población ubicada en un valle en medio de la sierra madre del sur, en la región centro del actual estado que hoy lleva su nombre y se mantuvo en la insurgencia cuando sus compañeros habían muerto, estaban prisioneros u optaron por el indulto ante el desánimo o el cansancio; continuó en la lucha y conservó los ideales de independencia, es decir, una nueva forma de gobierno y una sociedad más igualitaria, por lo que luchó junto con un puñado de hombres, casi todos afrodescendientes.
La doctora Pavía Miller reveló que la partida de bautizo de Guerrero, consignada en el Libro de Bautismos número 15, 1782-1790, foja 3, de la Parroquia de San Martín Obispo de Tours, en Tixtla, está alterada pues al texto original se le hicieron agregados, entre líneas y con diferente letra, de vocablos que se usaban en el siglo XVIII en Nueva España para designar a las personas de alto rango social o económico, que no era el caso de su familia, además de que se añadió el apellido Guerrero, el cual no aparece en la partida original.
Acerca de ello, el doctor en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Alfredo Ávila Rueda, apunta que en los registros del archivo parroquial de Tixtla se puede constatar que hacia mediados del siglo XVIII el abuelo e incluso el padre de Guerrero aparecen con el apellido Tescucano.
Aunque de unos años a la fecha se ha aceptado de manera general que Guerrero era afrodescendiente, no siempre fue así, pues también existen documentos que clasifican a su familia como mestiza, por lo cual es posible que hubiera emprendido un proceso de huida de su grupo racial y que en el transcurso de 20 años lograra ser clasificada como mestiza, explicó. La intención del padre de Vicente seguramente era que sus hijos lograran tener el estatus de españoles, como estaba registrada en el padrón de población su esposa María Rodríguez.
La especialista señaló que el proceso de cambio de origen étnico y por ende de grupo social fue muy generalizado en Tixtla y no exclusivo de la familia Guerrero, pues las pocas oportunidades de movilidad social para los afrodescendientes los impulsó a pretender cambiar de grupo racial, en especial por la restricción para su acceso a las milicias novohispanas, una actividad muy atractiva para los varones de origen africano; una de las ventajas que obtuvieron los Guerrero y otras familias de origen africano al ser clasificados como mestizos, fue poder participar en estas fuerzas.
Guerrero mantuvo viva la rebelión hasta 1821, cuando se alió con Agustín de Iturbide para terminar con la guerra e iniciar una nueva etapa del país como nación independiente. Al establecer correspondencia con Iturbide, la postura del suriano fue firme en dos aspectos, uno político, que era la independencia de América, y el otro social, que todos los americanos fueran iguales ante las leyes; este punto se refería directamente a las personas de orígen africano que habían sido excluidas de la Constitución de Cádiz.
Para los afrodescendientes este tema implicaba varias cosas: la no esclavitud, su liberación de estigma de clase, el acceso a la propiedad, así como el derecho a gobernarse a sí mismos, que se haría efectivo en 1849 con la creación del estado de Guerrero con un gobernador afrodescendiente. Estos acuerdos quedaron plasmados en el artículo 12 del Plan de Independencia de la América Septentrional, que fue suscrito el 24 de febrero de 1821.
Guerrero llegó a la presidencia de la República Mexicana en 1829 de manera muy polémica y tuvo una gestión también complicada, pero a pesar de esos problemas no olvidó los ideales insurgentes por los que luchó durante 11 años. Una de las acciones más importantes que llevó a cabo desde la primera magistratura fue la abolición de la esclavitud mediante un decreto firmado el 15 de septiembre de 1829 y publicado el 18 del mismo mes. Este es un indicio de que él conservaba su identidad social con los afrodescendientes, subrayó la ponente.
Juan Álvarez, otro afrodescendiente destacado
En lo que respecta a Juan Álvarez, participó activamente en la lucha insurgente por la Independencia, así como en contra de las intervenciones estadounidense y francesa, además de que en 1854 encabezó una lucha relevante para México que fue la Revolución de Ayutla, a cuyo triunfo asumió la Presidencia de la República Mexicana y formó su gabinete con reconocidos personajes liberales que llevarían a cabo las reformas legales necesarias para que hubiera una separación del Estado y la Iglesia, liberalizar la economía e implantar el modelo político y económico que de alguna manera sobrevive hasta nuestros días. Mientras que en el ámbito regional, Álvarez fue uno de los promotores de la creación del estado de Guerrero y su primer gobernador.
Hay datos que sitúan su nacimiento el 27 de enero de 1790 en el barrio de la Tachuela de Atoyac, como son el expediente y decreto que declaró ciudad a Atoyac, expedido en 1852, su testamento redactado en 1861 y la lápida de su tumba que estuvo en el panteón familiar de la Hacienda de la Providencia, hecha en el momento de su muerte en 1867. En su testamento consta que era hijo legítimo de don Antonio Álvarez y de doña Rafaela Hurtado, ambos difuntos, el primero natural de España y la segunda del puerto de Acapulco, comentó la doctora Pavía Miller.
Algunos historiadores contemporáneos del insurgente aseguran que su padre era originario de Santiago de Compostela en Galicia e incluso Ignacio Manuel Altamirano, al relatar que Morelos llamó a Juan Álvarez gallego, al decir “es hijo de un gallego y sin embargo es insurgente hasta las uñas”, confirma el hecho de que su padre fue español. Sin embargo, esos testimonios del siglo XIX no atribuyeron a Rafaela Hurtado ningún origen étnico, aunque en cierto momento del siglo XX se empezó a decir que había sido indígena.
Uno de los autores que apoyó esta hipótesis fue Clay Gilbert Bushnell, investigador estadounidense que en su tesis La carrera política y militar de Juan Álvarez, publicada en 1989 por el gobierno del estado de Guerrero, de manera disimulada afirma que era hijo ilegítimo de padre español y de madre indígena; empero, otros datos señalan que la madre de Álvarez difícilmente pudo ser indígena y que es más acertado considerarla como parda, en virtud de que el puerto de Acapulco, de donde se asegura era su madre, no tenía población indígena.
Por otro lado, el apellido Hurtado de la madre de Juan Álvarez no era indígena, era común entre pardos, especialmente mujeres, por lo cual es muy probable que el personaje fuera descendiente de africanos por parte de su madre, pero hubo una construcción de su biografía desde que él vivía, con la intención de mostrar una procedencia aceptada por la sociedad, es decir, resaltar que fue hijo de español con riqueza e instrucción escolar, pero no hay documentos que lo demuestren.
Empero, Álvarez formó parte de las milicias novohispanas, igual que Guerrero, lo que le permitió participar en un nivel de dirigencia, de manera que en 1841 junto con Nicolás Bravo formaron el departamento de Acapulco y en 1847 en el acta constitutiva y de reformas se incluyó la formación de un nuevo estado con el nombre de Guerrero. Fue Juan Álvarez quien tomó la batuta de ese anhelo y ejerció una gran presión, inclusive en plena invasión norteamericana, para que se llevara a cabo, lo cual se logró el 27 de octubre de 1849, dijo la doctora Pavía Miller en el cierre de este interesante ciclo.

