- El reordenamiento no es sólo geopolítico, también cultural y moral
- Por GREGORIO ORTEGA MOLINA
Clase Turista
*Debemos dejar atrás los conceptos tradicionales con los que solemos meditar sobre el porvenir, porque lo que hoy diseñan, para ya, las potencias cuyo único fin es el control del dinero, incluye la administración del tráfico de estupefacientes como instrumento de control social. Tranquilos y tirados en las banquetas, es el irremediable futuro de los descontentos
El turismo primero, después la infiltración cultural a través de Internet, el tiempo real, el streaming, y más recientemente con la inteligencia artificial, se sientan las bases para un cambio civilizatorio de amplio espectro, en el que quedarán fuera las religiones y la Fe. Los resortes para cambiar al mundo serán otros.
De todo lo anterior se servirá el reordenamiento político para modificar el rostro y los hábitos de la humanidad, de esa parte que se sume al cambio y no permita que la dejen fuera del nuevo ritmo de crecimiento y desarrollo. Pensemos en las centurias durante las cuales África ha permanecido al margen, porque así lo determinan quienes administran la riqueza, como deciden inicio y fin de los conflictos bélicos. No es asunto de culturas, sino de dinero.
La manera en la que se solucione la invasión rusa a Ucrania determinará el futuro de Europa, donde sus líderes temen asumir esas responsabilidades que requiere el momento, porque deben recordar a dónde los condujeron los titubeos de Chamberlain y Daladier, que después y con urgencia, el mundo debió acomodarse a la tozudes alcohólica de Winston Churchill para corregir las consecuencias de su error.
Debemos recordar con precisión que la bomba atómica con fines bélicos sólo se usó en Japón, y carecía de la letalidad que hoy le han conferido las fuerzas armadas de los previsibles contrincantes.
Sin embargo, debemos considerar que el enfrentamiento que hoy victimiza a toda la humanidad no es de orden bélico, sino con instrumentos económicos, científicos y comunicacionales. De otra manera no se entiende la función de Elon Musk metido en el Salón Oval a mañana, tarde y noche. Lo que se proponen -si lo logran- es de otro orden, y sólo nos muestran un mínimo oteo de lo que creen estar construyendo, más allá del mundo feliz de Huxley.
Debemos dejar atrás los conceptos tradicionales con los que solemos meditar sobre el porvenir, porque lo que hoy diseñan, para ya, las potencias cuyo único fin es el control del dinero, incluye la administración del tráfico de estupefacientes como instrumento de control social. Tranquilos y tirados en las banquetas, es el irremediable futuro de los descontentos.
Quisiéramos que todo permaneciera tal cual, porque nos negamos a aceptar que ya estamos inmersos en un cambio que nos imponen y en cuyo diseño no participamos.
@OrtegaGregorio
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