- Leer a destiempo Se está haciendo tarde, de José Agustín
- Por Norma L. Vázquez Alanís
Clase Turista
Aunque los críticos literarios la consideran como una de las grandes novelas mexicanas de finales del milenio por ser una obra innovadora, arriesgada y experimental, lo cierto es que Se está haciendo tarde (Final en laguna) de José Agustín, es una narración estática en la que a través de sus páginas parecería que el tiempo transcurre en cámara lenta; el lector avanza, pero siente que no pasa nada, que los personajes permanecen en la misma escena en todo momento.
Conforme adelanta, el desarrollo del texto se va haciendo tedioso por las larguísimas introspecciones de sus personajes para exponer ante el lector la versión que cada uno tiene de su propia vida; ya adentrados en el relato, éste se vuelve angustiante ante la incertidumbre de lo que sucederá a estos protagonistas perdidos en el efecto de las drogas mezcladas, cuyas alucinaciones les provocan diversas reacciones: paranoicas y dantescas para unos, relajantes y casi místicas para otros.
La novela Se está haciendo tarde (final en laguna), segunda edición en Debolsillo, Penguin Random House, Grupo Editorial, octubre 2022, se sitúa en Acapulco, hoy devastado por la naturaleza y la violencia de los cárteles de la droga que ya desde esa época, principios de los 70, era un paraíso para los hippies principalmente de Estados Unidos y Canadá que ahí encontraban droga y sexo sin restricciones.
Los protagonistas son dos veinteañeros mexicanos (Rafael, un lector de tarot de la Ciudad de México, y Virgilio, un dealer acapulqueño), dos turistas mayores en relación toxica (Francine, dominante y perversa, y Gladys, dependiente y alcohólica), además de un joven con cara de ángel (belga y homosexual), los cuales se pierden en un torbellino de drogas, alcohol y conversaciones caóticas en un lenguaje vulgar, grotesco, incendiario y sobre todo hiriente.
Resulta difícil explicarse por qué ninguno de ellos rompe ese círculo vicioso tan asfixiante creado por la personalidad excéntrica y opresora de Francine, una insaciable consumidora de mariguana y otras drogas psicotrópicas; hay fragmentos de la trama en los que la tensión sube de manera demencial, pero nunca se resuelve y eso llega a desesperar hasta al lector más disciplinado. La historia es demasiado «plana», le falta sustancia argumental, sólo es una amalgama vertiginosa, repulsiva, vomitiva y desilusionante, a pesar de que el final es rescatable únicamente por la última frase del texto.
Sin embargo, esta novela de José Agustín, la voz más representativa de la denominada Literatura de la Onda por la escritora Margo Glantz, permite al lector asomarse a ese mundo caótico, alborotado, dinámico, anárquico y sentimental de aquella juventud setentera despreocupada por todo y de todo, cuyo desparpajo en el consumo y abuso de todo tipo de drogas causó escándalo en una sociedad todavía puritana.
Me fue imposible digerir la obra y terminé saturada por los excesos descritos en la novela, frívolos, absurdos, sin sentido, escritos además con un estilo narrativo exasperante, una prosa pesada en la que se entrecruzan descripciones puntillosas, un discurso ultra libre e indirecto, mantras que no se sabe si son ridículos o verdaderamente sagrados, letras de canciones, jerga extrema, paréntesis, cursivas, espacios en blanco o rellenos de negro, y un largo etcétera.
Quizá un gran libro, sólo que se me pasó la edad de leerlo.
Las consideraciones de críticos, escritores y editores
A juicio de Hernán Lara Zavala, ensayista, narrador, promotor cultural, editor y traductor, Se está haciendo tarde (final en laguna) acaso sea la novela de José Agustín que mejor expresa su influencia, aportación e importancia dentro de las letras mexicanas; ahí hace alarde de su enorme virtuosismo y agilidad verbal, de su finísimo oído y de su enorme libertad espiritual. Es, sin duda, la obra más representativa de su madurez, la más arriesgada, innovadora y experimental, pues es donde mejor expresa su voluntad de estilo, así como su claro interés por las ideas subversivas, iconoclastas y en franco favor de la contracultura. Una narración “original, influyente y revolucionaria”.
Por su parte, la escritora y periodista Fernanda Melchor asegura que «la buena literatura perturba, y perdura, como lo prueba esta enorme novela, soñada y escrita entre las paredes de una celda”; José Agustín toma el lenguaje para crear un arma poderosísima, una voz literaria capaz de atravesar la superficie aparentemente imperturbable de lo cotidiano y alcanzar ese centro oscuro, denso y repugnante que todos ocultamos en nuestro interior, y que alcanza una maestría indiscutible en Se está haciendo tarde (final en laguna), una de las novelas más arriesgadas de la literatura mexicana del siglo XX.
Si tuviera que recomendar un libro para entender el lado más ácido y experimental de la literatura mexicana de los años setenta, sería Se está haciendo tarde (final en laguna) de José Agustín, que marca un momento de mayor madurez en la carrera del autor, que aquí ofrece algo más introspectivo, más denso y más crudo, señala por su parte en un artículo publicado en Goodreads (el sitio más grande del mundo para lectores y recomendaciones de libros) el creador de imágenes independiente afincado en Barcelona, Juan Areizaga.
En su opinión, con su característico estilo ágil y coloquial, José Agustín sumerge al lector en un paisaje donde la belleza de Acapulco contrasta de manera brutal con la decadencia de sus personajes; la narrativa, fragmentada y casi cinematográfica, refleja el caos interior de sus protagonistas y el desencanto de una generación que, entre excesos, intenta encontrar sentido a su vida. El valor de esta novela de José Agustín dentro de la literatura mexicana radica en su capacidad para retratar con autenticidad la contracultura de su tiempo, sin idealizarla ni moralizarla, concluye Areizaga.
A su vez, el escritor y articulista argentino Martín Cristal asegura: “Disfruté de la frescura del texto, intacta a partir de su manejo del lenguaje coloquial. Admiré la representación “epocal” y generacional, manifiesta no sólo en esas formas del habla mexicana, sino también en la manera de expresar la diversión (las vicisitudes del consumo de drogas, el “reventón”); también la libertad de los juegos tipográficos y la ambición joyceana de seguir el adentro/afuera de los personajes a lo largo de un solo día, estructurado en escenas casi teatrales”.
“Y por supuesto -continúa-, me divertí con su sentido del humor, que aparece aquí y allá y es capaz de convivir con el azoramiento, la tristeza y el puro malviaje”. Cristal se dio a la tarea de buscar las abundantísimas referencias musicales de la novela respecto al rock de aquellos años, bandas, discos, canciones y letras con las que se podría elaborar un soundtrack para las aventuras de sus protagonistas, el cual ya está en Spotify.
En opinión del doctor en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Chile, Víctor Barrera Enderle, Se está haciendo tarde (final en laguna) se condensa en cinco personajes que realizan un viaje geográfico y psicodélico por Acapulco y que son a la vez manifestaciones de la conciencia del escritor José Agustín, cuya novela anunciaba el fin de una era: el viaje en la barca de Caronte que llevaba a la otra orilla, la que nos muestra el sinsentido de la realidad, pero también la lucidez del autoconocimiento.
Y en el blog Un libro al día, el reseñista Alain RD escribe que José Agustín vino a romper ciertos paradigmas que existían a inicios de la segunda mitad del siglo XX, al introducir elementos de la contracultura en la literatura mexicana, abordando temas tabú y empleando un lenguaje que resonaba con el público joven en ese entonces. José Agustín optó por un lenguaje más coloquial y directo, un cambio radical frente a la literatura más académica y formal de ese entonces representada por Octavio Paz y Carlos Fuentes.
Asegura que se podría comparar este libro con En el camino de Jack Kerouac o Azul casi transparente de Ryū Murakami, escritor y director de cine japonés cuyo verdadero nombre es Murakami Ryunosuke, y subraya que en las páginas del desenlace, José Agustín capta con maestría la mezcla de esperanza y desilusión propia de la juventud; esta escena es un ejemplo perfecto del talento del autor.
Respecto a Se está haciendo tarde (final en laguna) el crítico y periodista François Gaudry escribió en el matutino nacional francés Libération: «Hermano menor de Kerouac, Jim Morrison y J. D. Salinger, José Agustín se lanza a morir en una prosa eléctrica, desgreñada, que se burla de las buenas maneras del castellano, iniciando un lenguaje crepitante de argot, juegos de palabras y neologismos».