- El enemigo para México está en casa
- Por Gregorio Ortega Molina
Clase Turista
*Son de tal tamaño su engreimiento y soberbia, que con una breve declaración referente a la celebración del aniversario 108 de nuestra Constitución, fulguró el destino del Poder Judicial de la Federación, destruye la irremplazable pieza del tripié que sostiene a la República, y también condena el futuro inmediato de México, lo hace ominoso
No recuerdo lo que se señala de la soberbia en la Divina Comedia; también me resulta imposible determinar si la vanidad es su compañera inseparable, o se puede pecar de vanidoso sin por ello ser víctima del engreimiento empollado por los soberbios.
Lo que tengo absolutamente claro es que el peor enemigo, tanto en lo individual como en la social, es el interno, el que te lleva de la mano a considerar cierto lo que dista mucho de serlo, tan solo como un método de autosatisfacción para sentirte seguro y confiado, con la certeza de que tienes la sartén por el mango, tan solo por ser quien manda.
Si el pez por la boca muere, el iluso del poder por el oído fallece. Escucha lo que a toda costa desea que se convierta en una realidad verdadera e irrecusable. Son los que medran gracias al engaño, los auténticos victimarios de México, pues hacen creer a quien supone mandar, ser el número uno, quien nunca se equivoca e incluso su error se convierte en maravilloso acierto.
Sólo hay que evocar el rostro, la mirada, la sonrisa de la doctora Sheinbaum Pardo, al informar del resultado de su conversación telefónica con su homólogo Trump; o al momento de darse a conocer los elogios de los líderes políticos del mundo, por su política de “cabeza fría”, que rinde más resultados que los abrazos y las amenazas.
Son de tal tamaño su engreimiento y soberbia, que con una breve declaración referente a la celebración del aniversario 108 de nuestra Constitución, fulguró el destino del Poder Judicial de la Federación, destruye la irremplazable pieza del tripié que sostiene a la República, y también condena el futuro inmediato de México, lo hace ominoso.
Es necesario preguntarnos si quienes están en el momento de aplaudirle todo al Poder Ejecutivo, de también envolverse en la bandera y entonar las estrofas del himno nacional, se percatan de que, en medio de la embriaguez producida por un supuesto éxito, lo que nos entregan es la desaparición del concepto y praxis de República, porque así lo mandó el pueblo.
La verborrea del poder todavía les da para festinar con el mantra de los 33 millones de votos que, según su interpretación y a pesar de ser menos de la mitad del padrón electoral, les confiere el poder para decidir el destino de la República, por lesivo que resulte.
@OrtegaGregorio
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