- Los asistentes presenciaron un homenaje visual y espiritual
- Por Alejandra Pérez Bernal
Clase Turista
Bajo el cielo de octubre, las puertas del Hotel Mondrian Condesa se abrieron para una tarde mágica que celebraba la vida, la muerte y el arraigo de las tradiciones mexicanas. Mezcal Oro de Oaxaca fue el anfitrión de una hermosa ofrenda de Día de Muertos, un altar que parecía suspirar al compás de las velas y los pétalos de cempasúchil, capturando las miradas de los asistentes que presenciaron un homenaje visual y espiritual.
El evento coincidió con la presentación del libro «02.11. Día de Muertos. Una celebración de la vida y la muerte», una obra de Trilce Ediciones liderada por Déborah Holtz y Juan Carlos Mena. El libro, que entrelaza imágenes y palabras, explora el vínculo profundo de México con sus muertos, convirtiendo la fecha en un recordatorio vibrante del ciclo de la existencia.
Mientras el olor del cempasúchil impregnaba el ambiente, los asistentes disfrutaban de unas ricas mezcalinas acompañada por pan de muerto, en una fusión que mezclaba sabores y memorias. En el centro de la escena, el charro González, con su elegante traje bordado y su rostro pintado como un «catrin» ofrecía un espectáculo visual que evocaba el México de antaño, lleno de orgullo y tradición. Su porte impecable añadía un toque especial a la velada, mientras los representantes de las artesanías «El Catrín» presentaban sus creaciones, recordando que la muerte también puede vestirse de arte y color.
La tarde avanzó entre brindis y anécdotas, hasta que Ericka Ulrich, en un emotivo momento, agradeció la presencia de los invitados, destacando la importancia del mezcal Oro de Oaxaca no solo como una bebida, sino como un símbolo de la riqueza cultural de México.
Con cada sorbo de mezcal y cada bocado de pan de muerto, los asistentes se adentraron en una experiencia sensorial única, recordando que en México, el Día de Muertos es mucho más que un ritual: es un canto eterno a la memoria, al arte y al sabor que perdura.