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23 noviembre,2024

La costumbre del poder

  • ¿Asumirán AMLO y la doctora Sheinbaum Pardo su responsabilidad histórica? Lo dudo
  • Por Gregorio Ortega Molina

Clase Turista

*“Por mi parte, asumo íntegramente la responsabilidad: personal, ética, social, jurídica, política e histórica, por las decisiones del Gobierno en relación con los sucesos del año pasado”. Las partes han asumido su corresponsabilidad histórica. La constancia de la represión excedida y la tozudes ideológica de los líderes del movimiento estudiantil, puede encontrarse en la conversación que Luis González de Alba tiene con Elena Poniatowska y detona la creación de La noche de Tlatelolco

Servirse del pasado como de un maestro limpio para sacar brillo a la acción política actual y ocultar intenciones y errores, obliga a una revisión para que sea el lector, el México bueno y sabio y los agraviados a los cuales se ofrecieron disculpas en nombre del Estado, los que puedan calificar las decisiones gubernamentales de los últimos seis años y 22 días.

Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Gobernación
“El Estado mexicano ofrece una sentida disculpa pública a todas las personas que perdieron a un ser querido, a quienes fueron víctimas de los crímenes de lesa humanidad cometidos la noche del 2 de octubre de 1968. Hechos como este no pueden volver a repetirse.

“Se trató de un reprobable acto de represión estudiantil y social, que tuvo como consecuencia decenas de muertos, heridos, detenidos extrajudicialmente y torturados; con la masacre de Tlatelolco se dejó ver el agotamiento del Estado represor, vertical y autoritario que usó la fuerza de sus instituciones en contra del pueblo.

“Hoy, en este acto, nos dirigimos a las madres, a los padres, a los hermanos, a las familias, y también a los sobrevivientes de aquel oscuro periodo, pues son ellos quienes se encargaron de mantener viva la memoria de aquellas atrocidades y continuar con la lucha y la exigencia de justicia”.

Gustavo Díaz Ordaz, embajador de México en España
“Yo le puedo decir que estoy muy contento de haber podido servir a mi país en tantos cargos como lo he hecho. Estoy muy orgulloso de haber podido ser Presidente de la República y haber podido así servir a México. Pero de lo que estoy más orgulloso de esos seis años es de 1968, porque me permitió servir y salvar al país. Les guste o no les guste, con algo más que horas de trabajo burocrático, poniéndolo todo: vida, integridad física, horas, peligros, la vida de mi familia, mi honor y el paso de nombre a la historia. Todo se puso en la balanza. Afortunadamente salimos adelante.

“Los disparos fueron hechos desde la azotea del edificio Chihuahua, perversamente contra los soldados y contra sus propios compañeros, o por el nerviosismo del momento y su falta de práctica en el manejo de las armas que ellos habían conseguido o que a ellos les habían dado, no pudieron controlar los disparos y no solamente hirieron y lesionaron a soldados, sino también a sus propios compañeros”.

Gustavo Díaz Ordaz, presidente constitucional, en su V Informe de Gobierno
“La forma anárquica e irracional del conflicto del año pasado impidió a algunos ver el sustrato real de ciertos problemas y necesidades sociales no resueltos cabalmente, en diversas esferas dé la vida nacional. Que se haya pretendido manejar esos problemas y esas necesidades con fines políticos e ideológicos encaminados a otros propósitos que el de plantearlos y contribuir a resolverlos fue, además de un acto de grave irresponsabilidad, algo que resultaba inaceptable.

“Aprovechando innoblemente, con fines de propaganda, la proximidad de los juegos Olímpicos que situaban a nuestro país en el primer plano del escenario mundial, se promovieron los trastornos del segundo semestre del año pasado.

“Sin bandera programática y con gran pobreza ideológica, por medio del desorden, la violencia, el rencor, el uso de símbolos alarmantes y la prédica de un voluntarismo aventurero, se trató de desquiciar a nuestra sociedad. Incitando al rechazo absoluto e irracional de todas las fórmulas de posible arreglo, a la negación sectaria y a la irritación subjetiva, se quiso crear la confusión para escindir al pueblo. Utilizando todos los medios de comunicación y recursos para envenenar corrientes de opinión generalmente sensatas, se intentó empujar a la nación a la anarquía.

“Son fenómenos viejos la oposición al margen de la legalidad, la conspiración y la sedición; lo que se antoja nuevo se ha hecho evidente desde hace poco más de una década es el extraño contubernio de fuerzas en el que grupos e intereses de lo más contradictorio, cada uno con su objetivo particular, usando en conjunto de las libertades cuya existencia niegan, se unen con el propósito de romper el orden constitucional.

“Unos buscaban que los acontecimientos exaltaran la resistencia a los cambios y se provocara un retroceso nacional, con miras a ganar posiciones o recuperar caducos privilegios.

“Otros, habitualmente inactivos, de súbito obsedidos por la acción, pensaron hacer realidad inmediata sus anhelos ideológicos, nutridos en la ensoñación y en lecturas mal digeridas…

“Habíamos anticipado que ninguna presión obligaría al Gobierno a aceptar lo ilegal o inconveniente y, menos a mediatizar la soberanía de la nación en aras de un compromiso internacional.

“También habíamos expresado oportunamente que, en la alternativa de escoger entre el respeto a los principios esenciales de nuestra nacionalidad y todo lo que de ellos depende, y la conveniencia de <<quedar bien>>, en lo personal no abrigábamos duda alguna.

“En efecto, los intereses generales de la mayoría de los mexicanos están por encima de la obstinación de un reducido sector engañado, por respetable que sea, más aún cuando olvida deliberadamente que existen los medios legales para promover una demanda, manifestar descontento o inconformidad y solicitar la satisfacción de un agravio.

“Lejos de ceder a las presiones, cumplimos la decisión que públicamente habíamos anunciado, de seguir en todo momento el camino institucional señalado por nuestras leyes…

El Ejército Mexicano tiene la grave responsabilidad de mantener la paz, la tranquilidad y el orden interno, bajo el imperio de la Constitución, a fin de que funcionen nuestras instituciones, los mexicanos puedan disfrutar de la libertad que la ley garantiza y el país continúe su progreso. La forma en que cumplió su cometido es prueba clara de que podemos confiar en su patriotismo, su convicción civilista e institucional: restablece el orden y vuelve de inmediato a sus actividades normales.

Por mi parte, asumo íntegramente la responsabilidad: personal, ética, social, jurídica, política e histórica, por las decisiones del Gobierno en relación con los sucesos del año pasado”.

Las partes han asumido su corresponsabilidad histórica. La constancia de la represión excedida y la tozudes ideológica de los líderes del movimiento estudiantil, puede encontrarse en la conversación que Luis González de Alba tiene con Elena Poniatowska y detona la creación de La noche de Tlatelolco.

Hoy nadie asume la responsabilidad histórica de las consecuencias del sexenio 2018-2024. Cuánto más graves que las del vivido entre 1964 y 1970. Es la degradación moral, la irresponsabilidad cívica, el no cumplimiento del mandato constitucional.

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