- Chilpancingo
- Por Carlos Ramos Padilla
Clase Turista
Lo ocurrido en Chilpancingo, Guerrero, con el secuestro, tortura, muerte y decapitación de quien fuera presidente municipal, Alejandro Arcos, de 43 años, es solo el reflejo de la grave situación que se vive en el país. Territorios completos dominados por el crimen organizado en donde ponen las condiciones económicas, sociales y políticas. Recordemos que a días de las elecciones del 2 de junio se reportaron 826 atentados no letales contra aspirantes a cargos de elección popular y 37 asesinatos de candidatos. En Chilpancingo diez días antes del terrible crimen contra Alejandro Arcos mataron al secretario general del Ayuntamiento Francisco Gonzalo Tapia Gutiérrez y a quien sería su secretario de Seguridad Pública, Ulises Hernández Martínez. Arcos lo denunció y solicitó auxilio y protección que no se le otorgó. Se reporta que cada dos días asesinan a un taxista en esa zona y hace 24 horas ataron, golpearon, lincharon y quemaron vivos a dos jóvenes cerca de Olinala al acusarlos, la muchedumbre, de ser delincuentes. Esta historia no ha sido cerrada por las autoridades. Se sabe que la rural Isidoro Burgos ha sido y es centro de adoctrinamiento para guerrilleros, ahí están secuestrados varios autos y se presumen resguardan armas. El grupo delincuencial Los Ardillos participaron, según las indagatorias, en la desaparición de 43 jóvenes de Ayotzinapa hace ya 10 años. A este grupo se le atribuye el fortalecimiento del corrector de la droga entre Acapulco y Cuernavaca pasando por Taxco y Chilpancingo. La ex presidenta municipal de Chilpancingo Norma Otilia Hernández fue exhibida desayunando con uno de los líderes de los ardillos, Celso Ortega, recibiendo solo la sanción de ser expulsada de Morena. Esto, todo, demuestra la fuerza de estos grupos que imponen a sus gobernantes para continuar operando con cínica impunidad. Lo ocurrido en Guerrero es gravísimo, una señal del deterioro de la seguridad pública, un retrato del poderío de los asesinos pero más lamentable, la apatía, omisión y negligencia, sino complicidad de las autoridades.