- La señorita de Bucareli…
- “Se me desborda el corazón con solo oír tu voz, con solo pensar en ti, con verte pasar nomás…” Javier Solís
- Por Moisés Sánchez Limón
Clase Turista
Me la presentó el dinámico José Manuel del Río Virgen.
“Fuma como chacuaco”, dijo Del Río. Y sí, ella había salido a la plaza central del Palacio Legislativo de San Lázaro a calmar ansias de la nicotina.
Menudita, delgada, pelo chino y hablar discreto, voz de adolescente sonrió cuando José Manuel bromeó con eso de su afición por el tabaco.
Diputada plurinominal, entonces 2012, sin militancia en el partido que tiene escriturado Dante Delgado, se desenvolvía hiperactiva. Era secretaria de la Comisión de Trabajo y Previsión Social.
¿Premonición?, porque luego ocuparía ese cargo, pero en el gabinete de Su Alteza Serenísima. Y más allá.
Sí, el penúltimo sábado de agosto reciente cumplió 37 años. La vida le ha sonreído desde temprano y, en domingo de gloria y festejo, camina por el pasillo de honor en el salón de sesiones de la Cámara de Diputados.
Ese pasillo por el que, diputada federal por Movimiento Ciudadano, debutó en 2012 en las ligas intermedias del Congreso de la Unión.
Viste albo traje sastre y se le desparrama al frente un pashmina con toque modelo de Vogue. Quizá un descuido en el corte del traje con botones negros: las mangas exceden el límite que marca le haute Couture.
¿A poco no la vio usted por la tele el domingo, en el Canal del Congreso?
Sí, va por el pasillo de honor y se deja querer, se sabe al centro de la atención y sus compañeros de partido la arropan.
¿Es la imagen de la sucesión adelantada?
Luisa, joven política cuya imagen cual usuaria del transporte público fue promocional proselitista. La melena china, la sonrisa de quien se sabe dueña del momento.
María, imagen dominical cuya enjundia contrasta con la nostalgia que no oculta el licenciado presidente quien tiene un mes para desalojar Palacio Nacional y se despacha una cascada de mentiras en su dizque último informe de gobierno.
¡Ah!, primo hermano, dices que te jubilarás con la conciencia tranquila y dejas tarea a tu sucesora, a quien tejiste el futuro como tal. Y ella, la doctora, es quien aplaudía tus palabras melosas el domingo en primera fila, en el Zócalo chilango.
Días de poder, días de júbilo importándote un bledo las protestas, el que las madres buscadoras estuvieran frente a ti, al pie de la asta bandera y que a padres y madres de los estudiantes de Ayotzinapa engañaste con conjeturas de tu inventiva.
¡Vaya!, Andrés Manuel sin rubor dijiste:
“Me voy también tranquilo porque a quien entregaré la banda presidencial por mandato del pueblo es una mujer excepcional, experimentada, honesta y, sobre todo, de buenos sentimientos, de buen corazón (…)”.
Luego arengaste: “¡Presidenta! ¡Presidenta! ¡Presidenta!”
Y ahí estaba Luisa María Alcalde Luján, la señorita de Bucareli que ha operado en el papel de secretaria de Gobernación bajo tu dirección, finalmente maestro de escena, que hace más de dos décadas encontraste en la doctor Sheinbaum Pardo a la perfecta prospecto para seguir tus pasos.
A imagen y semejanza tuya. Fuiste jefe de gobierno del entonces Distrito Federal y ella fue jefa de Gobierno de la Ciudad de México, aunque dice que gobernó de manera diferente. Quiere asumir imagen propia, pero todos los días la realidad la desdice.
¿Así será con Luisa María? Pero…
Primer domingo de septiembre de 2024 y los nuevos dueños del poder en México emprenden la ruta sin reparo. Que nadie se oponga, que nadie se atreva siquiera a alzar un grito de protesta porque, ahora sí, ¡carajo!, la ley es la ley.
¡Recáspita, Arturo Zaldívar!
Por eso, el oficialismo legislativo quiere, incluso, acusar penalmente a Martha Magaña López, jueza Quinta de Distrito en el estado de Morelos, porque se atrevió a otorgar suspensión provisional de amparo que apela ex profeso al Reglamento de la Cámara de Diputados para evitar que los asuntos previos a la Reforma del Poder Judicial sean analizados por la nueva LXVI Legislatura.
La jueza esgrimió fundamentos legales, como el haberse excusado de conocer la solicitud de amparo para frenar la Reforma de marras, debió emitir la suspensión porque era de oficio.
Pero eso era tema menor el domingo de gloria cuando Luisa María Alcalde llevaba la encomienda de entregar en mano de Ifigenia Martínez, presidenta por un mes de la Cámara de Diputados, el último informe del licenciado presidente.
¿Acaso seré yo, maestro?
Y desde el centro de la mesa de la directiva cameral, la señorita de Bucareli está en lo suyo y de corridito atenta contra el reglamento y rompe el protocolo importándole un pito. Total, abajo, la inmensa mayoría de las curules están ocupadas por los de casa, por esa soberbia y aplastante sobrerrepresentación legislativa que inaugura temporada inédita para hacer lo que le venga en gana con la Constitución y leyes secundarias y…
Luisa María está exultante y alza el brazo con el coro que retumba en los rincones del salón de plenos. ¡Qué chingaos! El espacio es de ellos:
“¡Es un honor estar con Obrador!”
Ni en los mejores tiempos del entonces partidazo tricolor, la aplanadora que, no obstante, escuchaba a la oposición y negociaba con ella temas trascendentes, aunque al final llevara el sello de la casa, del Revolucionario Institucional, cuna de quienes hoy son los nuevos dueños del poder.
Y sí, ¿por qué no y la señorita de Bucareli es el nuevo modelo para construir en la sucesión presidencial rumbo al 2030?
La liturgia política refiere que la sucesión presidencial comienza cuando extiende el brazo con la palma abierta y rinde protesta el nuevo Presidente de la República. Pero ello no ocurre con la nueva presidenta que, de la mano de López Obrador, atisba en esos terrenos que mañana recorrerá sin el antecesor como guía de turistas.
¡Ajajá, y qué con eso de “el humanismo mexicano”! ¿Con qué se come?
Bueno, bueno, Luisa María Alcalde Luján está en pre campaña y se sale del libreto y habla de los logros de su jefe puntualiza que “todo esto se ha logrado sin incrementar impuestos, sin endeudar al país”.
Y frente a diputados y senadores, sin invitados del Poder Judicial de la Federación, como marca la liturgia, sin rubor le dice a Ifigenia Martínez:
“Hago entrega de este sexto y último informe de gobierno del mejor Presidente que ha tenido este país, Andrés Manuel López Obrador”.
Solo faltó la rúbrica: pésele a quien le pese.
Y así, declama como en acto de campaña. El breve mensaje que se decía conforme al reglamento se quedó en el archivo. Estos, sí, señoras y señores, son otros tiempos en los que, irremediable y reiteradamente, los nuevos dueños del poder pueden hacer lo que les venga en gana.
Sí, como arrancar la sucesión presidencial.
Y en esa cruzada, se vale mentir porque, si el jefe lo ha hecho durante más de 3 décadas, hoy por qué no.
Así que, la señorita de Bucareli dice que, “en tan solo seis años, se han logrado construir trenes, puertos, aeropuertos, carreteras, distritos de riego, hospitales, plazas, universidades”. Sí, en plural, aunque se trate de asuntos en singular.
Hace 12 años me la presentó José Manuel del Río y fumaba como chacuaco. Hiperactiva llegó a las ligas mayores. Su futuro mediato está en la dirigencia del Corporativo Morena, el partido cuya presidencia vitalicia de administración la tiene Andrés Manuel y, dígase lo contrario, él sabe tejer fino, como citan los clásicos y en seis años tendría lista a la sucesora de la doctora Sheinbaum. ¿Es un honor? ¡Recórcholis, Drakko!
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