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22 noviembre,2024

La costumbre del poder

  • Ovidio, Joaquín, Ismael, el triángulo de las traiciones del #narcoEstado
  • Por Gregorio Ortega Molina

Clase Turista

*Joaquín decidió instrumentar la propuesta de venganza de Ovidio, su familia, y poner a Ismael “El Mayo” Zambada, para que suelte la lengua y entregue -a las autoridades de Estados Unidos- a los políticos mexicanos y también a algunos empresarios que, gustosos, extendieron sus manos para recibir los dólares del narco, ya sea como dádivas o “aportaciones”, las autoridades que investiguen lo dilucidarán

*Por eso nos enteramos, la tarde noche del 25 de julio, de un pulcro operativo anti narcóticos, cuya inmediata consecuencia llega a las pretensiones políticas de Andrés Manuel López Obrador. Pronto atestiguaremos lo que en verdad ocurre en el Congreso y en la SCJN

Se empeñan -los gobiernos de México y Estados Unidos- en publicitar un desafío mental que no lo es y carece de enigmas. El mismísimo Héctor Belascoarán Shayne lo habría resuelto en segundos, al responderse a las más elementales de las preguntas literarias que su creador, Paco Ignacio Taibo II formulara para el éxito de sus novelas, que hoy aspiran a entretener a dos naciones y tener muchos lectores.

Todos los que se mueven en ese mundillo del hampa, y los periodistas que aspiramos a poner en blanco y negro lo que parece no comprensible, olvidamos lo que los narcotraficantes tienen como valor absoluto: no traicionar. El que engaña por un negocio entre ellos, se muere, o por meterse con la familia. Pregunten, si no, a Héctor “El Güero” Palma Salazar.

Ovidio Guzmán no fue a Estados Unidos por propio pie. Quien fue su valedor en el ámbito político facilitó su deportación -con la absurda pretensión de soltar lastre-, lo que propició el rencor y deseo de venganza en quien antes había librado el “culiacanazo”. Las venganzas son lentas, más cuando se planean desde la cárcel y desea venderse como información, para convertirse en testigo protegido del gobierno estadounidense.

Lo primero que no puede olvidarse es la relación familiar entre Ovidio y Joaquín Guzmán. Es posible que buena parte de lo dicho por Ken Salazar y otros representantes de Estados Unidos sea una enorme verdad a medias, y que, efectivamente, Joaquín “colaboró” con Ovidio para traicionar y entregar a Ismael “El Mayo” Zambada, personaje que tiene un enorme valor estratégico para la DEA, el FBI, además de la seguridad nacional de los gringos. Y lo tiene, porque es el depositario de los secretos que anudaron con hilos de plata, oro y dólares, las relaciones con los políticos, para -más tarde o más temprano- lograr establecer en este México nuestro un #narcoEstado.

Joaquín decidió instrumentar la propuesta de venganza de Ovidio, su familia, y poner a Ismael “El Mayo” Zambada, para que suelte la lengua y entregue -a las autoridades de Estados Unidos- a los políticos mexicanos y también a algunos empresarios que, gustosos, extendieron sus manos para recibir los dólares del narco, ya sea como dádivas o “aportaciones”, las autoridades que investiguen lo dilucidarán.

¿Para qué aportar nombres y cargos, si son de sobra conocidos? Ahora puede entenderse en su amplitud la carta de los vástagos de AMLO publicada en La Jornada del 24 de julio último. No le busquen, todo continuará igual, como se constata por lo ocurrido en Culiacán apenas el jueves 29 de agosto, y los espaldarazos a Rubén Rocha Moya.

Lo sucedido el 25 de julio

Considero oportuno compartir de nuevo mi texto del 27 de julio. Fueron correctas mis suposiciones.

Las detenciones de dos barones de la droga sinaloenses efectuadas el último 25 de julio, y la supuesta liberación de Ovidio Guzmán, distan mucho de ser coincidencias, obra del azar y entrega voluntaria. Detrás hay inteligencia de la DEA, la fabricación de un testigo protegido y delaciones, además de los apresuramientos políticos de Andrés Manuel López Obrador.

Lo que expongo a continuación sólo es una cadena de suposiciones, reforzada por la lógica de las consecuencias de actos de voluntad política del gobierno de Joe Biden: terminar con la impostura de los abrazos en sustitución de los balazos.

Cuando leo la nota informativa de que “Ovidio Guzmán habría sido liberado, según el Buró Federal de Prisiones de EU”, en el contexto de las detenciones de Ismael Zambada y Joaquín Guzmán López, los hechos me conducen a una conclusión de lógica implacable: Ovidio los entregó, a cambio de convertirse en testigo protegido, anónimo e inencontrable, por el momento, en el mundo del hampa las venganzas tardan en llegar, pero se cumplen.

Recordemos la nota informativa de septiembre de 2023: “Ovidio Guzmán López, uno de los hijos de Joaquín el «Chapo» Guzmán Loera, llegó extraditado a Estados Unidos este 15 de septiembre luego de meses de permanecer en una prisión en México, tras su captura en enero de 2023”. La cárcel quiebra voluntades y genera resentimientos, algunos profundos y de insospechadas consecuencias. Es ineludible pensar que Ovidio Guzmán concibió su delación y la entrega de dos narcotraficantes importantes, porque el corazón de su venganza tiene como destinataria a esta 4T a la cual se supone que benefició, sobre todo después del culiacanazo, y como respuesta al besamanos de Andrés Manuel López Obrador a la matriarca, Consuelo Loeza de Guzmán.

Joe Biden decidió decir adiós y pasar la antorcha a una nueva generación, pero en esa “voluntad anticipada” decidió llevarse las molestias que le proporcionaba el irritante vecino del sur del río Bravo, y determinó que se procediera a desaparecer esa piedra en el zapato.

Por eso nos enteramos, la tarde noche del 25 de julio, de un pulcro operativo anti narcóticos, cuya inmediata consecuencia llega a las pretensiones políticas de Andrés Manuel López Obrador. Pronto atestiguaremos lo que en verdad ocurre en el Congreso y en la SCJN.

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