- Improvisaciones
- Por Carlos Ramos Padilla
Clase Turista
Algo nos ocurre como país, como gobierno, como sociedad. No empatamos rumbos, no nos ponemos de acuerdo. No solucionamos pero tampoco exigimos. Vemos en el gobierno a los mismos desde hace por lo menos tres décadas.
Saltan de un partido a otro, de una posición a otra, se postulan pierden y se acomodan para la próxima, y ahí vamos año con año, sexenio tras sexenio y no evolucionamos. Somos un país que no podemos mantener en buen estado el pavimento de nuestras calles pero queremos creer que estamos bien, tocando los niveles de Dinamarca. Hace apenas unas semanas sobrevivimos a una de las peores crisis por desbasto de agua, hoy estamos inundados. Que quiere decir: que no nos preparamos para vivir mejor y en buenas condiciones.
Hemos caído en un conformismo insultante. Se ha transitado por todas las medidas de control ambiental y seguimos verificando autos y cancelando actividades por contingencias. Se promete que se combatirá a la delincuencia y estamos peor incluso desde la promoción de que Guilliani entonces gobernador de Nueva York nos ensañaría a aplicar la cero tolerancia.
Se habla de equidad y derechos y el padrón de ambulantes pasan sólo en la CDMX de los dos millones que evadan el pago de impuestos, se roban la energía eléctrica y venden productos ilegales.
Se habla de democracia y vemos como se destruyen entre partidos políticos, modifican sus estatutos para imponerse por periodos extraordinarios, se acusan todos de ilícitos y corrupción. Deseamos orden y no han querido controlar a los líderes explotadores en la vía pública ni a la mafia del transporte público. Presumimos uno de los mejores metros del mundo pero se sostiene con alfileres para no colapsar y se vuelven a inyectar recursos para parchar las averías. Tenemos que reclamar que los recolectores de basura no extorsionen ni condicionen a los vecinos por llevarse la basura.
Abrimos áreas verdes para regarlas con pipas en las principales avenidas. Todos estos ejemplos y más parecen Ilustrar a un país de caricatura, pero lo lamentable es que es en serio. Países de avanzada conviven en ciudades seguras en todos sentidos, con vialidades amplias y bien construidas, con policías confiables, con presión en el suministro de agua, cables eléctricos subterráneos, transportes públicos dignos, seguros y limpios, protección escolar y ante todo respuesta responsable y obligada de los gobernantes.
Hay respeto a la ley y no ponen en duda, y menos intentan desaparecer a sus instituciones de justicia. Proveen los apoyos necesarios para la ciencia, para la investigación, para el deporte, para una red operativa hospitalaria.
No se ven obligados a regatear y pagar un servicio de ambulancia durante una emergencia, por el contrario, la asistencia es inmediata.
En México estamos acostumbrados a las improvisaciones, a las ocurrencias de los que llegan a cargos públicos.
Sus ideas “innovadoras” es tratar de corregir lo que el anterior no hizo o lo hizo mal, pero quedan Igual.
Entran y se van sin responsabilidad alguna, es más bajo sospecha de ilícitos y hasta crímenes, son promovidos a nuevas posiciones y con más prestaciones, una de estas la impunidad. Los saqueadores buscan “fuero” para como remotas seguir dañando al otro minio amparado por compadrazgos.
Todos, todos los que participan en jornadas electorales acusan a sus rivales, adversarios, de corrupción, ninguno llega limpio. Pero la sociedad no exige, ahí están los resultados electorales que entre otras cosas nos indican que ganaron en gran medida por los programas asistenciales, que quiere decir esto?, que creció el número de pobres y de miserables y en lugar de estimular el empleo y capacitación se decidió mantenerlos con dádivas en una incondicionalidad absurda. Ahora se debate no como fortalecer al Estado de Derecho sino de qué manera debilitarlo con personajes oportunistas e improvisados a elección de mano alzada. No se habla de excelencia académica sino como cancelar los exámenes de admisión. Algo anda mal, en mucho estamos equivocados, en verdad.