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24 noviembre,2024

Textos en libertad

  • Mueve recuerdos la crisis diplomática México-Ecuador
  • Por José Antonio Aspiros Villagómez

 

Clase Turista

 

El domingo 5 de mayo se cumple un mes de que el gobierno de México rompió relaciones diplomáticas con el de Ecuador, tras la entrada por la fuerza de la policía ecuatoriana a su sede diplomática para arrestar al ex vicepresidente de ese país, Jorge Glas, quien ya había recibido asilo político.

Mientras el caso está en manos de la Corte Internacional de Justicia con sede en La Haya, colegas y amistades de este tecleador recordaron otros episodios relacionados con el derecho de asilo y la tradición mexicana de acoger a extranjeros que lo solicitan o se les ofrece y lo aceptan. Un caso reciente, aunque no se concretó, es el de 2021 cuando el presidente López Obrador pidió al Reino Unido la liberación de Julian Assange, fundador de Wikileaks, a quien ofreció asilo.

Por nuestra parte recordamos otras rupturas de relaciones diplomáticas de México, con Guatemala en el gobierno de Adolfo López Mateos, con la dictadura militar de Chile en tiempos de Luis Echeverría Álvarez, y con la República Española en el exilio al morir el dictador Francisco Franco, durante la presidencia de José López Portillo.

Nuestra colega Teresa Gurza narró la peligrosa experiencia que tuvo como reportera cuando descubrió que el embajador de México en Haití en tiempos de Duvalier -1977-, escondía a unos asilados sin dar aviso a la Secretaría de Relaciones Exteriores y los canjeaba “por dólares y sacos de cemento que vendía en el mercado negro y luego los mataban los Tonton Macoutes (milicia personal del dictador) en el jardín.”

En opinión del diplomático y escritor Antonio Pérez Manzano, “el caso del embajador mexicano en Haití que nos narra la Sra. Teresa, deshonra al Servicio Exterior Mexicano, (y) desafortunadamente no es el único caso conocido”.

Este embajador en retiro, quien edita la revista digital ADE, de la Asociación de Escritores Diplomáticos donde acaba de publicar el interesante relato ‘Antecedentes remotos del derecho de asilo. Capricho de limeña’ (www.diplomaticosescritores.org), no sólo conoció otros casos, sino que los vivió en carne propia y los narró a este tecleador.

Y consideró que “el asunto del asilo diplomático -algunos le llaman también político-, la protección, el refugio, es algo delicado y difícil de entender. Cuando se mezclan conceptos y opiniones jurídicas, con posiciones políticas o de un interés distinto que deje de lado la acción humanitaria, se provocan conflictos y enfrentamientos de todo tipo”.

El embajador Pérez Manzano, quien como escritor y diplomático ha seguido los pasos de figuras como Manuel Payno, Amado Nervo, Alfonso Reyes, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Jaime Torres Bodet, José Gorostiza, Fernando del Paso, Fernando Benítez, Hugo Gutiérrez Vega y tantísimos más, relató por escrito sus experiencias en Paraguay y Perú cuando en esos países no había gobiernos democráticos. Le dejamos la palabra:

“En el transcurso de mi carrera, me tocó enfrentar casos de asilo y de decidir por mí mismo, el otorgamiento de este tipo de protección a una persona. Yo me encontraba en los inicios de mi carrera y estaba acreditado en Paraguay (1976-1978), donde gobernaba el reconocido dictador Alfredo Stroessner. Un grupo de jóvenes universitarios y algunos periodistas publicaron artículos en periódicos brasileños criticando al dictador paraguayo, lo cual desató una cacería en contra de los «enemigos de la nación»; se ofrecía recompensa a quien entregara a uno de ellos «vivo o muerto». En la televisión se anunciaban tales ofertas, así como en carteles pegados en los postes y esquinas de las calles de Asunción.”

Tras explicar que en ese tiempo estaba al frente de la embajada como Encargado de Negocios a.i., agregó:

“El resultado fue que un día al abrir la puerta de la embajada, una señora se acercó para pedir hablar conmigo, la hice pasar a la oficina y ahí se identificó: Soy Mirta Ayala, periodista y el régimen de Stroessner me persigue. Le pedí que me diera un tiempo para verificar algunos datos y minutos después quedó bajo la protección mexicana. De inmediato elaboré un mensaje cifrado para Relaciones Exteriores de México y una nota diplomática para hacer saber a las autoridades paraguayas que ese día había concedido asilo diplomático a la periodista perseguida. Los demás integrantes del grupo de periodistas se asilaron en las embajadas de Colombia, Ecuador y Venezuela.

“Por mi forma de actuar, los grupos afines al presidente paraguayo empezaron a filtrar amenazas en contra mía y de mi familia. Cuando pudo regresar el embajador de inmediato me trasladaron a nuestra embajada en Perú, donde gobernaba otro dictador, este de nombre Francisco Morales Bermúdez, con quien también tendríamos problemas parecidos.

“Como se puede apreciar, el anterior fue un caso de asilo sin muchas opciones para dudar, pues existía la persecución política por la expresión de las ideas y además, era inminente que peligraba la vida de la periodista. El año pasado -después de más de 40 años- me enteré que la periodista Mirta Ayala vive y actualmente reside en París, Francia. Fue una gran satisfacción.

“El otro caso tuvo lugar en Lima, Perú. El general Morales Bermúdez llegó al poder por un golpe de estado en contra de su compañero de armas y de acciones políticas, el Presidente Juan Velasco Alvarado. Al tomar el poder disolvió el Congreso y los demás poderes. Hubo cierta oposición, marchas y paros laborales en protesta contra el nuevo gobierno, reclamando mejores condiciones laborales y salariales.

“Por la forma en que estaba integrado el gobierno, Morales Bermúdez gobernaba haciendo uso de ‘Decretos Ley’. En consecuencia, se publicó uno de tantos decretos en el que autorizaba a las empresas e instituciones de gobierno, a despedir a los cabecillas de los movimientos contrarios al régimen.

“En cierta ocasión, pasaba un grupo de manifestantes enfrente de la embajada y una comisión anunció ante la prensa y la televisión, que iba a solicitar una audiencia con el embajador. Un grupo de 15 manifestantes se apersonó en la entrada de la misión diplomática y les informaron que el embajador no los podía recibir, pero que lo haría el Jefe de Cancillería, el Primer Secretario Antonio Pérez Manzano.

“Todos ingresaron gritando «asilo», «asilo». Los recibí en mi oficina, para tranquilizarlos les invitamos agua y café. De manera atenta les hice saber que simpatizábamos con su movimiento, pero que sus peticiones y reclamos no tenían ninguna relación con el asilo diplomático. Les dije que era claro que el de ellos era un problema laboral y que deberían agotar todas las instancias civiles, incluyendo la influencia de los medios de comunicación para que el Presidente modificara el decreto. La situación se puso difícil y les pedí esperar a que yo pudiera hablar con el embajador, el cónsul y los agregados Militar y Naval.

“Ellos se negaron a dejar la embajada y nosotros sabíamos que afuera ya estaba la policía esperándolos. Entre las comunicaciones con La Secretaría en México y las autoridades peruanas, pasaron 16 días, durante los cuales los tuvimos que hospedar, alimentar y entretener (con pláticas sobre México, películas y actividades deportivas). El presidente modificó el decreto exigiendo la reinstalación de los trabajadores, pero no contábamos con el poder económico, pues el presidente de la asociación de industriales -después de una larga sesión- declaró que él y sus asociados «no reinstalaban a los trabajadores y háganle como quieran…»

“Este fue un caso de refugio forzado, en el que peligraba la seguridad de los funcionarios y de los «huéspedes», en el que de todos modos el gobierno militar se molestó y llegó a insinuar que podía declarar non grato al embajador, por intervenir en los asuntos internos del Perú”, concluyó don Antonio Pérez Manzano, a quien tuvimos el honor de conocer a través de un amigo mutuo: el colega periodista Carlos Ravelo y Galindo, quien ya descansa en paz.

 

José Antonio Aspiros Villagómez

Licenciado en Periodismo

Cédula profesional 8116108 SEP

antonio.aspiros@gmail.com

 

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