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23 noviembre,2024

Epistolario

  • Las musas pueden esperar
  • Por Armando Rojas Arévalo

 

Clase Turista

 

FRANCISCO (AVENDAÑO): Al escribir estas letras siento que me cae una estruendosa tormenta de recuerdos y nostalgias. Chiapas me duele, querido compañero de la prevocacional. Lo que está ocurriendo en el Estado, es doloroso y da rabia. Primero saqueado por los gobiernos, ahora saqueado por el crimen organizado.

 

El 14 de septiembre de 1824, Chiapas decidió ser mexicano (Una vez consumada la Independencia de México, los habitantes del territorio del actual estado de Chiapas, incluido el partido del Soconusco, enfrentaron un dilema: formar parte de Guatemala, de México o permanecer como una colonia del Imperio Español, y se decidieron por incorporarse a México).

 

Con los años sus recursos naturales, en especial las aguas de sus ríos almacenadas en gigantescas presas han permitido a Chiapas en 2021 –datos del INEGI- ser la entidad federativa que más ha generado, transmitido y distribuido energía eléctrica, así como la que más ha suministrado agua y gas por ductos del país, con el 1.56 por ciento de la generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, suministro de agua y de gas por ductos al consumidor final.

 

Con todo y eso, y su producción de alimentos en el campo, Chiapas es uno de los estados más pobres del país, Hoy es tierra que disputan las bandas criminales y los grupos paramilitares forjados desde el poder.

 

Me acuerdo de aquellos sueños que tejíamos cuando estudiantes. Ante las inmensas ganas de triunfar en lo personal, pensábamos en primer lugar en nuestro solar nativo. Prometíamos que al regresar lucharíamos para que Chiapas dejara de ser el más pobre y el más analfabeta. Decíamos, y no estábamos equivocados, que Chiapas era como un cofre de tesoros increíbles en el que estábamos sentábamos para ver los atardeceres.

 

Chiapas, dijo y sigue diciendo ENOCH CANCINO CASAHONDA, uno de los tres más ilustres poetas nuestros (RODULFO FIGUEROA y JAIME SABINES, son los otros) es en el cosmos lo que una flor al viento. /Es célula infinita/que sufre, llora y canta. /Invisible universo/que vibra, ríe y canta

 

…surgió tan honda,/tan real, tan verdadera y tan eterna/como el dolor, que desde siempre riega/su trágica semilla por el mundo…

 

Para todos los que nos parió, Chiapas nació en cada uno de nosotros “…con el beso primario en que mi madre marcó el punto inicial del sentimiento./Chiapas creció en mí: con los primeros cuentos de mi abuelo,/en la voz de mi primer amigos y en la leyenda de mi primera novia”

 

Los años nos enseñaron, sigo recitando a NOQUIS CANCINO: “…que no era sólo río/para saber que Chiapas no era sólo estrella,/brisa, luna, marimba y sortilegio./Para saber que a veces también era/la indescriptible esencia de una lágrima.,/algo así como un grito que se apaga y un suspiro de fe que se reprime./ Supe que Chiapas no era sólo el insomnio de la selva besando la palabra de los vientos/y el río llorando epopeyas/en el torrente de las horas viejas…)

 

Con el tiempo supimos, también, “…que a ratos era una fiesta en el barrio,/el aroma infinito de una ofrenda/y una marimba desafiando al aire profanado de cohetes y campanas…”

 

Chiapas es el obligo de todo chiapaneco. Cuando nacemos, nuestro ombligo, envuelto en una tela roja, es enterrado en la parte más importante de la casa. Por eso se dice que los chiapanecos salimos del pueblo, pero el pueblo no sale de nosotros. Por más alejados que vivamos temporal o definitivamente –como en Manitoba, mi caso- siempre estaremos acordándonos de Chiapas. De los amigos. Del pozol. Del “cochito”. De la marimba.

 

Siempre soñamos con regresar.

 

Hoy que veo y escucho las noticias de la tierra, mi espíritu se enerva. Siento tristeza, pero también coraje. ¿Por qué hemos abandonado nuestro terruño? ¿Por qué hemos permitido que gobiernos depredadores entreguen la tierra a las bandas criminales? ¿Por qué no nos conduele la miseria de nuestros hermanos los indígenas? ¿Por qué asistimos a una realidad desgarradora, como si nos fuera remota?

 

Cuando el levantamiento del EZLN sorprendió a propios y extraños en aquellos primeros minutos de 1974, la gente aplaudió porque supuso que habían llegado los salvadores. Qué ilusos. El EZLN se adueñó de territorios en una internacional guerrilla de papel, y hoy, muerto de miedo, al igual que miles de chiapanecos, se esconden o se hacen los invisibles para no levantarse en contra de las bandas criminales que hacen de la violencia su negocio más lucrativo.

 

¡Qué poca madre!

 

Ese “Subcomandante Marcos” y los que le sucedieron dizque en el mando del EZLN fueron unos aprovechados. No fueron guerrilla, ni fueron ejército.

 

¿Ya se preguntaron dónde está “Marcos”? ¡Feliz en Francia o en algún otro lugar fuera de México!

 

Mientras, las huestes del Cártel de Sinaloa y los de Jalisco Nueva Generaciòn repartiéndose el territorio. Perdonen la expresión: ¡Son chingaderas!

 

¿Dónde estamos los chiapanecos? ¿Aquellos que nos emborrachamos escuchando el Himno a Chiapas o el Canto a Chiapas de Noquis, mientras a Chiapas se lo lleva el carajo?

 

Los chiapanecos tenemos otra estirpe, no somos de pleito. Pero, dejemos un ratito de andar en las nubes haciendo poemas, novelas o de “periodismo”, y sintamos lo que es ser humillado, violado y mancillado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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