- Por Norma L. Vázquez Alanís
Clase Turista
(Segunda de dos partes)
La conquista militar, política, económica y espiritual de México-Tenochtitlan implicó la desestructuración de un sistema político, teocrático, militarista y altamente sacrificial en sus prácticas rituales, para imponer otras formas de vida social y religiosa, expuso el doctor en Historia y Etnohistoria por la Escuela Nacional de Antropología e Historia del INAH, Rodrigo Martínez Baracs, durante su intervención en el ciclo de conferencias que con motivo del quinto centenario de la llegada de los tres primeros franciscanos a Nueva España organizó el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM), de la Fundación Carso.
En este contexto, la trascendencia de la conquista espiritual de los naturales de la llamada Nueva España a través de la religión católica, jugó un papel aglutinador comunitario en la resistencia de los pueblos de indios desde la Independencia hasta hoy en día, que se hizo presente en las grandes rebeliones del siglo XIX, en la Revolución Mexicana, en la Cristiada y en la revuelta Neozapatista, explicó el también presidente de la Sociedad Mexicana de Historiografía Lingüística.
Relató que en 1522 el rey Carlos V pidió al papa Adriano VI misioneros para la Nueva España, recién conquistada por Hernán Cortés; la misión quedó a cargo del franciscano francés Jean Glapion, consejero y confesor del soberano, de inspiración erasmista, quien reclutó a tres frailes franciscanos flamencos, fray Juan de Tecto, fray Juan de Aora o Ayora y fray Pedro de Gante. Su superior como guardián del convento de Gante era Johann Dekkers, también llamado Jean Couvreur en Francia o Juan de Tecto en España y después en Nueva España, había sido durante 14 años profesor de Teología en la Universidad de París.
Respecto a Johander van der Awer conocido como fray Juan de Aora o Ayora, se ha dicho que era hermano del rey de Escocia, y algo semejante se piensa sobre fray Pedro de Gante, nombrado Pedro de Mura en España y que el historiador García Icazbalceta conjetura podría haberse llamado Pieter Van den Moeren en Holanda.
Acerca de que era hijo ilegitimo de Maximiliano de Habsburgo, emperador del sacro Imperio Romano, no lo sabemos, dijo Martínez Barac, quien en cambio dio como cierto es que estudió en la Universidad de Lovaina e ingresó a la orden de San Francisco, pero nunca se ordenó como sacerdote, permaneció como hermano lego toda su vida y rechazó los altos cargos que se le ofrecieron, como el de arzobispo de México.
El franciscano francés Glapion y los tres flamencos partieron el 27 de abril de 1522 de Flandes a España a donde llegaron en julio, pero Glapion falleció en Valladolid el 14 de septiembre, y los frailes Tecto, Aora y Gante finalmente se embarcaron el 31 de mayo de 1523 y llegaron a Veracruz el 13 de agosto de ese año. Empero, como entonces la ciudad de México estaba en pleno proceso de reconstrucción, Cortés les mandó establecerse en el altépetl de Texcoco, donde los recibió el tlatoani Hernando de Cortés Ixtilxóchitl, que había apoyado la conquista, y los alojó en el palacio de su padre el tlatoani Nezahualpilli, hijo de Nezahualcóyotl. La estancia de los primeros tres franciscanos flamencos en Texcoco fue decisiva, porque ahí definieron la estrategia para la cristianización de la extensa población indígena de México.
Los tres franciscanos se dieron cuenta en Texcoco, de que la Nueva España estaba habitada por pueblos que hablaban una gran cantidad de lenguas, pero una de ellas era las más general, el náhuatl, que era la segunda lengua de muchos de los habitantes de estas tierras de América, así que los tres franciscanos se pusieron a estudiar la lengua náhuatl -con mayor éxito fray Juan de Tecto y fray Pedro de Gante- y lo hicieron de la mejor manera porque la ciudad de Texcoco era famosa en el México antiguo por ser donde se hablaba la náhuatl de la manera más culta y refinada, era la patria del rey poeta y arquitecto Nezahualcóyotl Acolmiztli y era sede también de grandes bibliotecas que fueron destruidas por los españoles.
Éxito de la conquista espiritual, gracias
a los frailes que aprendieron náhuatl
En mayo de 1524 llegaron a Veracruz 12 frailes franciscanos encabezados por fray Martín de Valencia, procedentes de la provincia de san Gabriel de Extremadura, con autoridad apostólica y del general de la orden franciscana, por lo que los misioneros de Flandes quedaron subordinados a él.
Refiere el historiador fray Jerónimo de Mendieta en su Historia eclesiástica indiana, que al visitar a los flamencos en Texcoco y ver que los templos de los ídolos aún estaban en pie y los indios usaban sus idolatrías y sacrificios, los 12 franciscanos preguntaron al padre Juan de Tecto y a sus compañeros qué era lo que hacían, a lo cual éste respondió “aprendemos la teología que de todo punto ignoró San Agustín”, llamando teología a la lengua de los indios y dándoles a saber el provecho grande que se había de sacar de saber la lengua de los naturales.
Esta decisión tendría efectos trascendentales para la forma de cristianización de México y también para el progreso humano en general, en lo que se refiere al conocimiento de las lenguas del mundo, porque a partir de entonces los franciscanos comenzaron a aprender la babel de las lenguas indígenas americanas, primeramente el náhuatl y empezaron a confeccionar vocabularios, gramáticas y doctrinas cristianas, primero manuscritas, e impresas a partir de la década de 1540 en la imprenta de Juan Pablos y después en varias más, indicó el historiador.
Los indios fueron cristianizados en sus propias lenguas, que siguieron hablando en sus pueblos, sin dejar de ser católicos y súbditos de la Corona Española. Esta abundante y rica producción bibliográfica de vocabularios, gramáticas y doctrinas en lenguas indígenas produjo un conocimiento muy importante en las lenguas de México, de América y aun de Filipinas y Japón.
Describió esta producción el historiador Joaquín García Icazbalceta en su Bibliografía mexicana del siglo XVI, publicada en 1886, y la doctora en Historia por la Universidad Complutense de Madrid, España, Ascensión Hernández Triviño reseñó asimismo esta producción historiográfica sobre las lenguas indígenas de México de los frailes franciscanos, dominicos, agustinos, jesuitas y otros, en su libro Tepuztlahcuilolli.
Los dos frailes de Tecto y de Aora no tuvieron una larga vida novohispana y al parecer fallecieron en el viaje de Cortés a la Hibueras, Honduras, de 1524 a 1526 para perseguir al rebelde capitán Cristóbal de Olid y conquistar las tierras del camino, particularmente la provincia de Tabasco, mientras que fray Pedro de Gante estuvo tres años y medio en Texcoco, hasta 1526 o 1527, cuando pasó a la ciudad de México a donde trasladó su colegio con el nombre de San José de los Naturales. Ahí estudiaron miles de niños indígenas; los frailes estudiaron sus lenguas y les enseñaron español y latín; la doctrina y sobre todo las artes y este colegio tuvieron una irradiación cultural muy importante, prácticamente decisiva en esos primeros tiempos de la cristianización de la Nueva España, señaló Martínez Baracs.
“Tenemos constancia de la excelencia de la expresión en náhuatl de fray Pedro de Gante gracias a los libros que nos dejó, particularmente su Doctrina cristiana en lengua mexicana, que data de 1547, misma que reeditó ampliada en 1553 y la cual conocemos gracias a la edición facsimilar y con prólogo del historiador Ernesto de la Torre Villar, publicada en 1981”, dijo el conferenciante.
Fray Pedro de Gante es sin lugar a duda uno de los personajes más interesantes, enigmáticos e importantes en esta gran transformación de México que implicó la conquista espiritual, concluyó el historiador.