- (4ª y última parte)
- Por María Manuela de la Rosa Aguilar.
Clase Turista
Irán no es un país aislado, aunque lo pareciera, sus acciones de gobierno y su política exterior son de gran relevancia internacional, no sólo por el hecho de la amenaza nuclear y de ser importante aliado de China y Rusia, sino por su expansión al mundo para promover no sólo una ideología, sino sus creencias religiosas ,que van más allá del ámbito espiritual y personal, porque buscan también una especie de nueva hegemonía para exportar su forma de gobierno e imponer su cultura.
De acuerdo con un análisis del Instituto de Washington para la Política del Cercano Oriente, los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) son la columna vertebral de la estructura política de Irán y un bastión fundamental de la economía del país, en un estado teocrático en donde este organismo, que forma parte de la cúpula militar, ha logrado permear en la vida social, cultural, política y económica, funcionando como un escudo protector del gobierno, integrado por líderes religiosos. que se dedica a combatir y eliminar a todas las amenazas al régimen, ya sean internas o externas.
Sin lugar a dudas la Guardia Revolucionaria va más allá de cualquier gobierno, por la solidez que le da ser una institución permanente, con injerencia en prácticamente todos los campos del poder desde sus cimientos; y para muestra de su influencia real en la toma de decisiones, además de todo lo anterior, es el hecho que en el 2008 los veteranos obtuvieron 182 de los 290 escaños en la Asamblea Constitutiva Islámica, gran parte del gabinete pertenece a estas milicias y las principales instalaciones vitales están bajo su control.
Pero además de la gran influencia que ejerce dentro de Irán, la Guardia Revolucionaria ha dado apoyo a diversas organizaciones terroristas como Hezbollah, Hamás, Yihad Islámica Palestina, el Frente Popular para la Liberación del Comando General de Palestina y los Talibanes.
En un informe del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos se detalla que el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica interviene en asuntos de política exterior que incluyen actividades aparentemente legítimas de cobertura para operaciones de inteligencia, reconstrucción y diversas ayudas a países como Irak, Afganistán y Líbano.
La CGRI ha tenido participación en la Guerra Civil de Líbano en 1982; tienen presencia en Siria desde el 2011; operan en Irak desde el 2014; Ken McCallum, Director General del M15 señaló a Irán como una gran amenaza latente, ya que se han detectado por lo menos 10 potenciales planes para secuestrar y asesinar a ciudadanos británicos considerados enemigos del régimen, incluso ha habido llamamientos a sus representantes diplomáticos por las amenazas contra periodistas residentes en Londres.
La CGRI cuenta con la Fuerza Quds, su brazo paramilitar de élite de entre 5 y 10 mil elementos, un instrumento vital para la política exterior iraní, que surgió como un área de asuntos exteriores, en un principio para liberar a Jerusalén. Este grupo opera de manera encubierta y se vincula con grupos terroristas como un instrumento de política exterior que ha extendido su influencia por todo el mundo, en donde organiza ataques y atentados contra grupos o personas en específico, sus blancos pueden ser tanto civiles como militares, aunque de preferencia da apoyo y asesoría a grupos disidentes, estableciendo y entrenando milicias aliadas y fuerzas de combate en diversos países considerados enemigos de Irán, o bien, apoya a regímenes afines.
Un estudio sobre la influencia de Irán en América Latina llevada a cabo por el Instituto Español de Estudios Estratégicos, señala que desde hace unas décadas, Irán inició su expansión en AL.
Considerando las desigualdades que la región enfrenta, su cercanía con los EEUU y la importancia que esta región tiene, la han convertido en un objetivo, por lo que Venezuela, Cuba y Nicaragua, por ejemplo, son sus principales aliados, utilizando para ello sus representaciones diplomáticas y el establecimiento de centros sociales y culturales cuyo objetivo principal es la islamización y la inoculación de la ideología revolucionaria iraní.
Por eso han establecido importantes conexiones con Argentina, Brasil Chile, Perú, Ecuador y México. Y si bien Irán tiene poca presencia internacional debido a la poca coincidencia con su régimen, ha encontrado en América Latina una oportunidad de expansión, no sólo diplomática, sino cultural, ideológica y política, pero además de una importancia estratégica de gran envergadura para Irán, ya que es la vía para llegar a los Estados Unido. Pero la importancia de la región tiene un importante valor estratégico, debido a que los países latinoamericanos cuentan con el 20% de los votos en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, lo que incide con su objetivo, encaminado a desestabilizar a Norteamérica.
Es sabido que Irán ha conseguido divisas a través del lavado de dinero y los servicios de inteligencia han detectado su actividad en el negocio del tráfico de drogas, estableciendo redes criminales en Venezuela, Colombia, Brasil, Paraguay y Argentina, utilizando el Sucre, la criptomoneda creada por el ALBA, ya sea para lavar dinero procedente de actividades ilegales, o para solventar los problemas debido a las sanciones internacionales.
Otro objetivo de irán es el de apoderarse de los recursos naturales de AL, sobre todo de aquellos que son necesarios para producir armas nucleares y misiles como el uranio, el plutonio, torio y litio, que se encuentran en Venezuela, Bolivia, México Brasil, Argentina y Perú.
Y como es su modus operandi, la CGRI se encarga de reclutar a personas y entrenarlas para cometer atentados terroristas como los de la embajada de Israel en Buenos Aires en 1992 o el ataque contra el embajador de Arabia Saudita en Washington en el 2011. En Venezuela se han detectado alrededor de seis campos de entrenamiento de la milicia chiita. Y aprovechando su gran cercanía con Venezuela, ha tratado de influir en otros países de la región.
Son varias las tácticas que emplea Irán para lograr su influencia en AL, como proyectos de cooperación militares, científicos, culturales y económicos, así lo han hecho en Nicaragua y Cuba, aprovechando las afinidades de su ideología política, mas no religiosa, que sin duda ha tratado de ir permeando, como lo ha hecho ya incluso en Europa. Y tal vez por eso no resulte extraña la fuerte represión del gobierno de Daniel Ortega contra sacerdotes católicos.
En Argentina, Brasil, Uruguay y México han establecido relaciones económicas, introduciendo sus valores e ideología a través de diversos grupos de supuesta promoción cultural.
Además, poco a poco Irán ha ido estableciendo centros religiosos y culturales en varios países de la región; ha duplicado sus embajadas, en donde los ayatolás han tenido una creciente presencia en estos países, ya sea como representantes diplomáticos, como coordinadores de los centros culturales o religiosos y con sus cada vez más frecuentes visitas a diversos países latinoamericanos.
Un gran respaldo oficial es el que les proporciona inmunidad, por su condición de diplomáticos, por lo que en sus representaciones hay cada vez más agentes de inteligencia e integrantes de la Guardia Revolucionaria, que además, es defendida oficialmente como una entidad soberana. Increíble, una soberanía dentro de otra soberanía. El bumerang más riesgoso incluso para el mismo Irán.
Como clave que indica este proyecto, tenemos el número excesivo de personal que ha acreditado en sus representaciones diplomáticas, como por ejemplo, en Bolivia, 150 diplomáticos, la mayoría de ellos dedicados a la propaganda, a todas luces ilegal en un país extranjero, pero consentida por el gobierno.
Además de los centros religiosos y culturales, Irán ha estado estableciendo centros educativos en lugares de alta vulnerabilidad, principalmente, por ser un efectivo vehículo que facilita el adoctrinamiento, sin que hasta la fecha los gobiernos de los países en cuestión hayan hecho algo para prevenir futuros actos terroristas.
No cabe duda de que estos centros funcionan con el conocimiento pleno de los gobiernos, muchos de ellos indiferentes ante los riesgos que conlleva, ven con beneplácito estas actividades de propaganda externa. Y no se puede entender esta actitud, salvo mirando la ceguera de una aparente afinidad con los postulados de izquierda, bajo las ganancias de la corrupción que han enriquecido a los políticos, e incluso debido a la animadversión histórica por el dominio norteamericano.
Todos, fundamentos que llevan a una política equivocada de permisividad ante la evidente injerencia extranjera, desde la base misma de la sociedad que a mediano o largo plazo se lamentará.