- Lecturas con pátina
- José Antonio Aspiros Villagómez
Clase Turista
En sus últimos dos años de vida, el destacado novelista portugués José Saramago (1922-2010) escribió textos breves para un blog, que luego fueron reunidos en dos libros: El cuaderno y El último cuaderno. Este segundo título lo encontramos recientemente a precio de ganga en un puesto callejero y su lectura fue tan grata que nos pareció como una plática directa con el autor.
El último cuaderno (Santillana, México, 2011, 281 páginas) tiene un prólogo nada menos que de Umberto Eco y las traducciones al español estuvieron a cargo de la viuda de Saramago, Pilar del Río, y de Carlos Gumpert. Los textos corresponden al periodo de marzo de 2009 a junio de 2010.
Eco y Del Río discrepan en cuanto a si el libro refleja alguna indignación de Saramago en el tratamiento de los temas. Él dice que sí, y ella que no, pero reconoce que “se indigna… cuando ve a África desde su ventana y no puede arrullar al continente (donde los muertos son negros y las armas son blancas) que otros han depredado y lo siguen haciendo”. Mientras que el autor de El nombre de la rosa insiste: “con todo, no nos disgusta tampoco cuando se enfurece. Resulta de lo más simpático”.
De hecho, el propio Saramago pregunta en uno de sus textos si existen límites para la indignación, como la supuestamente excesiva que encontró en sus juicios un crítico literario de la revista Expresso, el que además escribió que, quien ganó el Premio Nobel de Literatura en 1998, no era “un verdadero bloguero”, porque no hacía “links”, no dialogaba directamente con los lectores, ni interactuaba en la “blogósfera”.
“Ya lo sabía”, fue la respuesta del autor, quien aceptó la crítica y añadió que el supuesto simplismo de sus análisis -que así los juzgó ese crítico- era porque el espacio no daba para más. Aparte de que el blog –http://cuaderno.josesaramago.
Aun cuando la temática es variada y trata de sucesos y personajes de esos años, en cada pasaje encontramos reflejado al hombre comprometido con una manera muy definida de pensar, y no solamente en el campo de la literatura, sino también en el de la política (y ahí es donde se indigna más) tanto de su país como los de otras latitudes: Italia, España, Haití, México (Acteal), África y algunos más.
Al otrora gobernante italiano Berlusconi lo acomete mucho en sus escritos y le llama “la cosa”, y sobre la religión -él fue ateo y comunista- sugiere a católicos y musulmanes crear un tercer Dios, ecuménico para que sea adorado por ambos credos y se acaben las guerras por diferencias religiosas.
El 24 de julio de 2009 puso en el blog ‘Un capítulo para el Evangelio’, imaginariamente narrado en primera persona por María de Magdala acerca de su vida en pareja con Jesús. Una fuerte provocación para muchos, que también está contenida en su libro El Evangelio según Jesucristo (1991), por el cual lo acusaron de blasfemo. Otra obra suya de tema bíblico fue Caín (2009), su último libro.
“Como escritor, creo que no me he separado jamás de mi conciencia de ciudadano”, puntualizó en el blog, y aseguró que nunca puso la literatura al servicio de su ideología. Pero sí sus cuadernos, nos parece.
Sus dos últimos textos en el blog, ‘Las lágrimas del juez Garzón’, del 14 de mayo de 2010, y ‘El ejército israelí ataca la flotilla de ayuda a Palestina’, del 2 de junio siguiente y que constó de sólo dos palabras (“Obrigado, Mankell”), ya no pudo escribirlos, tuvo que dictarlos y falleció el día 18 siguiente.
Baltazar Garzón, recordarán los lectores, fue quien pidió la captura del dictador chileno Pinochet, y sus lágrimas se deberían a que después fue “apartado de la magistratura por sus pares” (el vergonzoso caso es muy conocido) y las campanas sonarían a muerto “porque la justicia y el estado de derecho no han avanzado”, escribió el singular bloguero portugués.
En cuanto al novelista y dramaturgo sueco Henning Mankell (1948-2015), Saramago le dio las gracias (“obrigado”, en portugués) por su participación en la Flotilla de la Paz cruentamente atacada por Israel -que había impuesto un bloqueo- cuando llevaba ayuda humanitaria a Palestina. El Nobel lusitano estaba invitado a ir, pero su estado de salud le impidió el viaje según explicó Pilar del Río.
El texto de Eco que se incluye en El último cuaderno, fue tomado “por su lucidez y rigor” del prefacio de la edición italiana de El cuaderno (2009), y en él, el famoso semiólogo, filósofo y escritor se asombra de que quien tiene 87 años, algunos achaques y ha ganado el Premio Nobel, ahora “le vemos escribiendo un blog en el que la toma con todo el mundo en general, atrayéndose polémicas y excomuniones”.
Y termina por admitir que, en el blog, Saramago “se deja de rodeos (los de sus novelas) y en su actividad de comentarista cotidiano de la realidad que le circunda se toma la revancha de toda la vaguedad oblicua de sus fabulaciones”.
Fue un buen hallazgo, y muy reflexiva su lectura, éste de El último cuaderno en ese puesto ocasional en el Jardín de los Fundadores de San Juan del Río, Querétaro.