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21 noviembre,2024

Entresemana

  • Sin militares, la vida no se llama vida
  • Por Moisés Sánchez Limón

 

Clase Turista

 

Monreal se escribe con M de Maquiavelo. ¿A poco no?

 

Sin ánimo oficioso.

 

Podrán decir misa y acusar a Ricardo Monreal de todos los etcéteras ocurridos en la “operación aguántame el corte” mediante la cual se devolvió a comisiones el dictamen relacionado con la Guardia Nacional, la reforma constitucional del famoso y veleidoso Quinto Transitorio, pero…

 

Su Alteza Serenísima tiene en el coordinador de los senadores de Morena al operador político del que ha carecido en el gabinetazo y, si se considera como ingrato el hecho de que no lo haya incluido en esa pléyade que lastimosa y despectivamente llama corcholatas, en realidad le hizo y hace un favor.

 

Ricardo Monreal con toda su experiencia política se enfrentó a una oposición organizada, férrea y, sobre todo, con fundamentos suficientes para debatir desde tribuna contra una estridente bancada oficialista que, como fue el caso de la senadora Antares Guadalupe Vázquez Alatorre, sólo pudo esgrimir partes oficiales del supuesto éxito de la estrategia de seguridad pública de licenciado presidente.

 

Y es que, mire usted, margen aparte de la discusión que provocó esta decisión votada por el pleno senatorial de aplazar la votación del Quinto Transitorio, está el hecho de que Andrés Manuel I estuvo en la arena legislativa desprovisto de esa impune posibilidad de que se aprobara el condicionado “favor” que le hizo Alejandro (a) “Alito” Moreno con la iniciativa presentada por la diputada federal duranguense Yolanda de la Torre.

 

Porque la aprobación de la reforma a cuatro leyes secundarias que mañosamente cumplió el capricho de Su Alteza Serenísima de trasladar a la Guardia Nacional como un brazo más de la Secretaría de la Defensa Nacional, se encamina rumbo a un juicio de inconstitucionalidad en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

 

Por eso, porque es inconstitucional, Ricardo Monreal votó en abstención dicha reforma y se le fue el mundo encima. En Morena sus malquerientes lo descalificaron e incluso pensaron en defenestrarlo de la coordinación de la bancada senatorial de Morena.

 

Pero…

 

¿Qué podía salvar al licenciado López Obrador de una derrota en la Corte por su puntada de torcerle el brazo a la Constitución?

 

Sin duda otra puntada, otra pretensión de tomar el pelo a los mexicanos y lograr el aplauso y la cargada del fundamentalismo morenista. Así, aunque Ignacio Mier, coordinador de los diputados federales de Morena, diga todo lo contrario, “Alito” Moreno salvó el pellejo con el apoyo de la diputada Yolanda de la Torre.

 

Proponer el cambio al Quinto Transitorio constitucional de un número, de 5 a 9 años la permanencia de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública mientras la Guardia Nacional encuentra identidad y se fortalece como una agrupación especializada en ese terreno y combate al crimen organizado, fue la ficha de cambio ofrecida por el pulcro y demócrata “Alito” Moreno.

 

Y, por supuesto, la aplanadora del Corporativo Morena Inc., y sus socios del PT y PVEM arrasó en Cámara de Diputados y la iniciativa se aprobó, aunque la minuta correspondiente estuvo marcada desde ese momento rumbo al fracaso en el Senado de la República.

 

Entonces…

 

Entró en escena Ricardo Monreal y emprendió la carrera cuesta arriba para convencer a la oposición de la bondad de aprobar esa minuta y que se ampliara de marzo de 2024 a marzo de 2028 la participación de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública.

 

Sin duda, la estrategia de seguridad, prevista originalmente en el Plan Nacional de Paz y Seguridad 2018-2024, ha fracasado.

 

En casi cuatro años la estrategia del licenciado López Obrador se ha apoyado en culpar al pasado, especialmente al gobierno de Felipe Calderón y de pasada al de Enrique Peña Nieto, aunque éste tuvo una propuesta que la Suprema Corte de Justicia de la Nación le invalidó.

 

Déjeme refrescar la memoria a Su Alteza Serenísima, sin ánimo de defender al gobierno del culto licenciado Enrique Peña Nieto.

 

Mire usted, el 15 de noviembre de 2018 la Suprema Corte de Justicia de la Nación invalidó la Ley de Seguridad Interior; Enrique Peña Nieto dijo que ello provocaba un vacío legal para la actuación de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el crimen. Dicha Ley la había promulgado en diciembre de 2017.

 

Y Peña Nieto le dejó la tarea al licenciado López Obrador.

 

“Corresponderá a la nueva Legislatura y al próximo gobierno dar la certeza jurídica necesaria para la actuación de las Fuerzas Armadas en materia de seguridad interior”, dijo Peña Nieto en la ceremonia en la que entregó ascensos militares, ese 15 de noviembre de 2018 a punto de entregar el poder al Mártir de Macuspana.

 

Y dijo lo que se ha dicho en estos días desde la mañanera y en cuanta oportunidad ha tenido el Duce después de haber incumplido lo previsto en marzo de 2019 cuando el Congreso de la Unión aprobó la creación de la Guardia Nacional; el 27 de mayo de ese año se publicó el decreto mediante el cual se expidió la Ley de la Guardia Nacional.

 

Palabras más, palabras menos, Peña Nieto sostuvo que hubiera sido impensable enfrentar al problema de la inseguridad en México sin el apoyo de las Fuerzas Armadas y advirtió que con la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación SCJN sobre la Ley de Seguridad Interior “nuevamente el país está ante un vacío legal que dé certeza a las acciones militares”.

 

Vale la pena recordarle a Su Alteza Serenísima que su discurso en materia de la Guardia Nacional es hueco porque no ha podido cumplir con su oferta de campaña ni sus legisladores han sido capaces de superar la lucha doméstica por el poder y dejaron al garete el imperativo de dotar a las Fuerzas Armadas de ese marco jurídico para volver a los cuarteles y dejar a la Guardia Nacional como el ente responsable de dar paz y seguridad a los mexicanos.

 

“Los soldados y marinos están para cumplir con una misión, para preservar la seguridad interior, para cuidar de nuestra soberanía, y no necesariamente para hacerse cargo de tareas que en estricto sentido corresponden a las policías investigadoras y a las distintas procuradurías del país”, dijo Peña Nieto en la clausura del Encuentro Nacional de Procuración e Impartición de Justicia, el viernes 9 de diciembre de 2016.

 

Así que, el general Luis Cresencio Sandoval González, secretario de la Defensa Nacional erró en el reproche que hizo el pasado  9 de septiembre, a los gobiernos de Felipe Calderón Hinojosa y de Enrique Peña Nieto, por cuanto a que mantuvieron a las Fuerzas Armadas en las calles, pero sin un marco legal y constitucional que respaldara su actuación.

 

Peña Nieto hizo la propuesta pero la Corte le invalidó la intención y, en diciembre de 2018, recién desempacados, los diputados de Morena con la mayoría en la bolsa propusieron crear la Guardia Nacional y lo lograron, incluso con el apoyo de la oposición.

 

Ya metidos en gastos y con el ánimo de refrescar la perversa memoria que se pasea en Palacio Nacional, quizá usted recuerde lo dicho, el miércoles 7 de diciembre de 2016, por el entonces secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, frente a las críticas y descalificaciones de la oposición, entonces encabezada por el licenciado López Obrador, respecto de la participación de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública..

 

Ese día, en breve conferencia de prensa, manifestó que sería el primero en levantar no una, sino las dos manos para que los militares regresaran a sus cuarteles.

 

“Nosotros no pedimos estar aquí, no nos sentimos a gusto, no estudiamos para perseguir delincuentes; nuestra función es otra y se está desnaturalizando”, puntualizó el general Cienfuegos y criticó al actuar de gobiernos estatales y municipales, al entonces nuevo sistema de justicia penal y a los legisladores.

 

Y sí, anodinos, ejemplares demócratas impolutos dueños de su voluntad, los gobernadores tienen razón, me canso ganso: sin el ejército mexicano en sus terruños, la vida no se llama vida.

 

Pero, ¿qué han hecho desde marzo de 2019 para atender el imperativo de brindar seguridad pública a sus gobernados y dejar de tocar la puerta de las Fuerzas Armadas en demanda de ayuda?

 

Son plañideras a conveniencia y, frente al galimatías constitucional en que se han enfrascado diputados federales y senadores oficialistas y opositores, en un ejemplo de analfabetismo legislativo, o la muestra de cómo acomodar las leyes con, ¡válgame!, desconocimiento de las leyes.

 

¡Demonios!

 

Es de pena ajena escuchar cómo, incluso, el oficialismo legislativo balbucea fundamentos para sostener la viabilidad de iniciativas del licenciado Andrés Manuel López Obrador, sin quitarle una coma.

 

Por eso, por eso, las bancadas del oficialismo, principalmente, son tierra de ciegos done el tuerto es rey.  ¿Habrán estudiado a plenitud los artículos 21, 29 y 129 de la Carta Magna?

 

Leámosles lo dispuesto en el artículo 129 constitucional:

 

“En tiempo de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar. Solamente habrá Comandancias Militares fijas y permanentes en los castillos, fortalezas y almacenes que dependan inmediatamente del Gobierno de la Unión; o en los campamentos, cuarteles o depósitos que, fuera de las poblaciones, estableciere para la estación de las tropas”.

 

Gritos y descalificaciones. Hay, sin duda, otros ordenamientos constitucionales y de leyes secundarias que se contradicen.

 

Pero, en el mismo escenario, ¿qué ha hecho el gobierno federal para cumplir el mandato constitucional y capacitar a la Guardia Nacional en tareas, estrategias y disciplina militares y que en marzo de 2024 soldados y marinos vuelvan a sus cuarteles y dejen las tareas de seguridad pública los civiles?

 

¿Más mezcla, maistro? ¿Más tiempo para heredar lo incumplido?

 

¿Estamos?

 

Su Alteza Serenísima tiene, en Ricardo Monreal, al operador político que le ha sacado al buey de la barranca.

 

Frente a una, reitero, preparada oposición, con senadores del PAN, del PRI, del PRD y de Movimiento Ciudadano que fueron a tribuna con argumentos legales bien sustentados, evitó que el licenciado presidente mordiera el polvo en la arena legislativa.

 

Monreal que se escribe con M de Maquiavelo dio la pauta para ese impasse que permitirá encontrar la mejor solución a la peor propuesta del licenciado “Alito” que, con ello salvó el pellejo.

 

“No aprobamos ni rechazamos la reforma que proviene de la Cámara de Diputados”, puntualizó Ricardo Monreal y… Conste.

 

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